Polibio llegó a combatir personalmente en el sitio, fundando su opinión de que sólo un verdadero militar debería escribir sobre la guerra.
[1] Su estancia en la península ibérica, durante las guerras celtíberas, le sirvió para estudiar la geografía, los pueblos y las costumbres de Hispania.
Además, con Tucídides, fue uno de los primeros historiadores en excluir la acción divina entre las causas materiales y sus consecuencias.
Compuso sistemáticamente su obra para que sea siempre acorde en su relación con la historia general del mundo mediterráneo.
Dice Polibio que "...de la recíproca comparación y confrontación de los hechos se forma un juicio muy diverso del que se concibió viéndolos separados [...] cuánta ventaja hay del saber al simple oír, otro tanto supera la historia universal a las relaciones particulares."
Para el autor los elementos que definen los hechos son, en primer lugar: la politeia; en segundo: los grandes personajes; y, por último, la Fortuna.
Tenía un instinto natural en encontrar la verdad: “La verdad, decía Polibio, es expuesta por la naturaleza a los hombres como algo supremo en divinidad y poder, tarde o temprano, la verdad prevalecería sobre cualquier oposición”.
Josep Alsina nos explica que lo impulsan las concepciones ecuménicas del estoicismo para escribir una visión “nóptica”, aunque él mismo reconoce en Éforo a su precursor.
Para poder llevar a cabo tan magna empresa, teje su urdimbre con la symploké, el entrelazamiento y correlación de los acontecimientos.
Polibio hace una historia universal, que pretende abarcar todos los pueblos del Mediterráneo, uniendo los acontecimientos.
Polibio escribe en griego, con morfología ática, léxico y sintaxis koiné, agrupamiento de sinónimos, paráfrasis, adjetivos e infinitivos sustantivados, formaciones en –sis y –ma, verbos compuestos, frases hechas, construcciones participiales, expresiones típicas de la cancillería helenística.
No obstante, en el siglo XX y con la historia estructural, volverá a ser considerado como un autor importante.
Como es común en los autores grecorromanos, solo se conservan aproximadamente la mitad de los veinticuatro libros que escribió.