Escuela de los Annales

Sin consistir realmente una escuela en el sentido clásico del término, los historiadores de Annales dominaron prácticamente a toda la historiografía francesa desde la segunda mitad del siglo XX, y sus ideas han tenido una enorme difusión en el mundo occidental, reemplazando al historicismo como modelo hegemónico para la práctica historiográfica.El acercamiento a las ciencias económicas, por otra parte, dio a los índices de precios y los datos contables una importancia tan grande o mayor que la de las fuentes primarias, privilegiadas hasta entonces por la historiografía tradicional.La revista Annales[3]​ fue fundada por los historiadores franceses Marc Bloch y Lucien Febvre en 1929, mientras enseñaban en la Universidad de Estrasburgo.Esta obra llegaría a convertirse en los años posteriores en el manifiesto de los primeros Annales.Lo novedoso de la metodología ofrecida por Braudel consistió en primer lugar en su objeto: haciendo foco en las transformaciones globales del siglo XVI, eligió por presentar al Mar Mediterráneo como una totalidad que trasciende a los individuos, los reinos y las sociedades específicas.En El Mediterráneo, Braudel da cuenta de que el tiempo histórico no es lineal y uniforme: los fenómenos sociales tienen diferentes ritmos de cambio y duración, razón por la cual se vuelve necesaria una categorización que contemple la pluralidad del tiempo histórico.Otros grandes exponentes serían Pierre Chaunu y Pierre Goubert, también dando primacía a los fenómenos de larga duración por encima de los cambios superficiales del acontecimiento, como también a las estructuras por sobre los individuos, en sintonía con el estructuralismo en voga en la academia francesa.Por su parte, la historia cultural, o historia de las mentalidades, pasó a un segundo plano y ciertamente no predominante, pero logró hallar continuidad en la obra del propio Febvre hasta su muerte, así como en las de Robert Mandrou, Georges Duby, Alphonse Dupront y Jacques Le Goff.Ante la progresiva consolidación de su poder se produjeron escisiones voluntarias (Mandrou, Morenze) y depuraciones como la que llevó a cabo en 1969 sobre el comité editorial, imponiendo a sus discípulos más leales, como Marc Ferro o Jacques Le Goff.En esta obra, en gran parte influenciada por las teorías de Immanuel Wallerstein, Braudel analiza la civilización europea haciendo foco en las actividades económicas, todavía desde un esquema trino: la base, o “civilización material”, donde se sitúa toda la actividad de base que escapa al mercado; la “economía” propiamente dicha, que analiza desde la perspectiva de la competencia perfecta y la regularidad del mercado; y un tercer ámbito donde actúa el juego de las “jerarquías sociales activas”, el monopolio y el privilegio.Durante esta etapa, la Escuela de Annales mantuvo un diálogo pragmático historiadores marxistas como Georges Lefebvre y Pierre Vilar, dadas las inquietudes teórico-metodológicas presentes en ambas tradiciones.En su base se situaría la “geohistoria”, la relación del hombre con el medio que le rodea.Con su salida, se abrió paso una tercera generación caracterizada por su heterogeneidad, al carecer de un consenso metodológico, político o intelectual.Se acude a categorías como las de imaginario social, ideologías y, principalmente, mentalidades, para dar cuenta del "contenido impersonal del pensamiento", siguiendo los avances de Lucien Febvre, Jules Michelet y Michel Foucault.La así llamada historia de las mentalidades convierte en objeto de análisis por derecho propio las actitudes frente al orden social, pero también hacia la sexualidad, la muerte, la niñez y la familia, el tiempo, la usura, el consumo, el cuerpo e incluso los olores.En cambio, menor aceptación tuvieron las tesis narrativistas respecto a las implicancias del giro lingüístico en historiografía, lo cual fue expresado en la abierta crítica de Chartier al filósofo Hayden White.[7]​ Otros historiadores de la EHESS como Hartog o Ivan Jablonka sí se mostraron más receptivos a esta perspectiva.Entre los académicos que suelen considerarse parte de la Escuela de Annales, es posible destacar a los siguientes: Marc Bloch, Lucien Febvre, Fernand Braudel, Jean Meuvret, Pierre Chaunu, Robert Mandrou, Pierre Goubert, Ruggiero Romano, Alberto Tenenti, Georges Duby, Jean-Pierre Vernant, Jacques Le Goff, Marc Ferro, Emmanuel Le Roy Ladurie, Philippe Ariès, Pierre Vidal-Naquet, Michel de Certeau, Nathan Wachtel, Michel Vovelle, André Burguière, Pierre Nora, Michelle Perrot, Roger Chartier, Lucette Valensi, Arlette Farge, Alain Corbin, Jacques Revel, Mona Ozouf, François Hartog, Maurice Agulhon, Bernard Lepetit, Serge Gruzinski y Daniel Roche.Por otra parte, figuras como Henri Berr, Maurice Halbwachs, Georges Lefebvre, Ernest Labrousse, Pierre Vilar, Michel Foucault, Pierre Bourdieu y François Furet mantuvieron una relación de influencia mutua con varios annalistes, a la vez que tomas de distancia más o menos marcadas dependiendo el caso.El diálogo con la historiografía marxista dio varios frutos al compartir ambas corrientes preocupaciones por las grandes transformaciones materiales que subyacen a los hechos históricos.Sánchez-Albornoz también colaboró con José Luis Romero y sus discípulos para extender la historia social en el Río de la Plata, esfuerzo que derivó en los trabajos pioneros de historiadores como Tulio Halperín Donghi, Nicolás Sánchez Albornoz, Reyna Pastor y José Carlos Chiaramonte.
Placa en el n.º 59 de la calle Brillat-Savarin, en París 13, donde vivió el historiador Fernand Braudel del año 1970 al año 1985.