Historiografía contemporánea

Todo lo cual tendrá lugar bajo la égida de un modelo historiográfico predominante, el positivista-historicista.

En el último tercio del siglo XX, no obstante, esos paradigmas comienzan a mostrar sus debilidades, abriendo un nuevo período crítico en el ámbito de la historiografía (y las demás ciencias sociales) en el que aún estamos inmersos.

Entre tradición literaria histórica y erudición documental cristaliza al abrigo de una concepción del fluir temporal humano y social como proceso causal racionalista e inmanente: la historia ya no será una crónica basada en testimonios de nuestros antepasados, sino una investigación.

Este nuevo planteamiento historiográfico se verá potenciado por las hondas transformaciones que experimenta Europa durante el período revolucionario comprendido entre 1789 y 1815, décadas que verán el doloroso parto del mundo contemporáneo.

En las tierras del extinto Sacro Imperio Romano Germánico, el sísmico período que inicia la Revolución Francesa y cierran las guerras napoleónicas despertará la adormecida conciencia nacional alemana.

El derrotado estado prusiano reacciona abordando mínimas reformas para lograr crecimiento sin revolución y crear un nuevo consenso cohesionador de la sociedad.

Siendo hechos humanos, el Historicismo postulaba la necesidad de entenderlos en su significado individual e irrepetible, lo que igualmente exigía cierta capacidad artística: una historia narrativa.

Los nuevos estados con aspiraciones a transformarse en naciones surgidos al calor de la Revolución Francesa, que ya no basaban su autoridad en la delegación divina, debían buscar nuevas fuentes de legitimación, hallándolas en la historia.

De esa forma, el nuevo estado burgués quedaba legitimado por ser la expresión institucionalizada del nuevo sujeto histórico por antonomasia, el pueblo-nación, entendido como la comunidad de los hombres que comparten una historia y una cultura.

Aspirando a un modelo «científico», su horizonte era la plena objetividad en su forma de mirar al pasado.

Como cien años antes, las convulsiones políticas y sociales con que se abre el siglo XX dejarán obsoletos los modos historiográficos institucionales, abriéndose la puerta a una rica, diversa y profunda transformación de la disciplina que se impondrá tras la II Guerra Mundial.

A partir de ahí, tres nuevos paradigmas se disputarán el predominio en la práctica histórica desde la segunda posguerra hasta los años 1980.

Pese a partir las tres de presupuestos ideológicos y teóricos muy diferentes, a lo largo del siglo abundaron entre ellas las influencias, comunicaciones e intercambios, más aún si pensamos la enorme diversidad interna que las caracterizaba.

Igualmente podríamos destacar sus puntos en común: ampliaron enormemente la temática de los estudios históricos, renovaron fundamentalmente su metodología, agrandaron el concepto de fuente histórica e impulsaron la aproximación a las demás ciencias sociales.

Inaugurada la nueva centuria, la práctica historiográfica parecía firmemente asentada en el modelo empírico-positivista/historicista elaborado a lo largo de los cien años anteriores.

En esta ofensiva creciente contra la historiografía oficial la ascendente influencia del marxismo va a ser crucial.

[cita requerida] Así, su influjo es destacado en lo referente a la cristalización de las historias económica y social como disciplinas autónomas, empujadas además por los cambios que la sociedad industrial estaba experimentando en las primeras décadas del siglo pasado.

También la historiografía francesa es pionera en lo referente a los estudios sociales: Jean Jaurés, Georges Lefebvre o Ernest Labrousse son algunos de sus fundadores.

En definitiva, defienden una historiografía abierta a todos los acontecimientos del hombre, una historia total.

Tras la II Guerra Mundial la escuela se generaliza en Francia y se exporta a numerosos países (España e Iberoamérica especialmente), sobre todo tras su difusión en el IX Congreso Mundial de Ciencias Históricas en París.

Para ello Marx se propuso volver a historizar una economía política que concebía fosilizada por un juego de pretendidas categorías intemporales.

El método de análisis marxista, la dialéctica, se centra en las contradicciones subyacentes a toda realidad (tesis/antítesis) y su superación en una nueva síntesis.

Dentro de este esquema, la destrucción del capitalismo —sistema de explotación vigente— liberaría a la última clase sometida, el proletariado (no existía ninguna otra por debajo suyo), dando lugar a una sociedad sin clases y sin explotación.

Para Pierre Vilar, Marx ha sido el “primer estudioso que ha propuesto una teoría general de las sociedades en movimiento”.

En ese aspecto, seguramente el miembro más internacional de la escuela ha sido Eric Hobsbawn, cuyas investigaciones han alcanzado la mayor extensión geográfica y temporal en su análisis de la implantación y desarrollo del sistema capitalista.

La corriente cuantitativista ha sido la que ha determinado en mayor medida la producción historiográfica en los años 60 y 70, especialmente en EE.

Los tres grandes paradigmas se han visto afectados: Annales por su dispersión y narcisismo, el marxismo a causa del escolasticismo dogmático y el cuantitativismo por la falta de aportaciones indiscutibles para una teoría-práctica que reafirma su carácter científico.

Máximas postmodernistas que han generado un prolongado y, en ocasiones, enconado debate dentro de la disciplina historiográfica.

La evidencia (los datos) palidecen ante la interpretación del historiador; en definitiva, no sería posible la ciencia.

Resumiendo, pretenden el estudio de las creencias populares colectivas como objeto etnográfico, para explicar los hechos históricos como textos en los que hay un contenido simbólico.

Primera página del panfleto de Sieyès , 1789. La historiografía que se consolida tras el período revolucionario abierto en 1789 aspirará a un conocimiento objetivo sustentado en las fuentes documentales.
Leopold von Ranke en 1877. Principal representante del Historicismo decimonónico.
Jules Michelet , precursor de la ciencia histórica en Francia
Auguste Comte , fundador y gran profeta del Positivismo .
Beatrice Webb , una de las fundadoras de la Historia Social en Gran Bretaña.
Karl Marx tuvo una influencia enorme en la historiografía del siglo XX
Robert Fogel , uno de los principales representantes de la Cliometría estadounidense.