Historia cultural

En la actualidad, forma parte sustantiva de la agenda historiográfica, ocupando un papel similar al que detentaron en su momento las historias político-institucional y económico-social.

Este último suele catalogarse como una nueva historia cultural, bajo la cual es posible adscribir los trabajos de historiadores como Robert Darnton, Peter Burke, Carlo Ginzburg, Michel de Certeau, Roger Chartier, Natalie Zemon Davis, Mona Ozouf, Lynn Hunt y Alain Corbin.

Pero como parte de los cambios intelectuales desencadenados en Occidente tras los movimientos sociales de 1968, varios investigadores reconsideraron y cuestionaron los planteamientos holistas, lo que derivó en nuevas perspectivas como la antropología simbólica, el posestructuralismo, el individualismo metodológico, la hermenéutica y los estudios culturales.

Se cambiaron las escalas y se acudió a nuevas fuentes para acceder al mundo de los sectores populares, mediante nuevos enfoques como la microhistoria y la antropología histórica.

Se examina la realidad social desde categorías analíticas como actitud, práctica, representación, poder, ideología, clase, identidad cultural, racialidad, sociabilidad, etc.

Los historiadores que podrían agruparse bajo este paraguas son Roger Chartier, Robert Darnton, Patrice Higonnet, Lynn Hunt, Keith Baker, Joan Landes, Mona Ozouf y Sarah Maza.

Colin Jones, por ejemplo, no es ajeno a la historia cultural, a Habermas o al marxismo, y ha defendido insistentemente que la interpretación marxista no está muerta, sino que puede revivir; al fin y al cabo, la lógica de Habermas era muy deudora de una comprensión marxista.

Así, los historiadores franceses que se reivindican como historiadores de la cultura, como Pascal Ory o Roger Chartier, se mantienen más bien reticentes ante las corrientes marcadas por el giro lingüístico y las teorías del posmodernismo de las universidades norteamericanas.

Así, el concepto de "Nueva Historia Cultural" nació en los años 80 en Estados Unidos.

[5]​ Como señala Peter Burke, la (Nueva) historia cultural tiene ya más de 20 años.

[6]​ Sin embargo, ha evolucionado y aborda nuevos temas: los calendarios, la violencia, la sexualidad, las emociones, la historia de la memoria, la clase y el género, la identidad individual, etc..[7]​ La historia cultural nunca deja de evolucionar, porque la cultura en sí misma no es fija.

En 1995, un coloquio organizado por el Centre d'études guerre et société|CEGESOMA], titulado "Société, culture et mentalités" (Sociedad, cultura y mentalidades), fue aún más amplio; como su nombre indica, la dimensión cultural estuvo muy presente.

Cada vez más, la Segunda Guerra Mundial se aborda como un objeto de estudio polifacético; la historia cultural, en particular, puede encontrar su lugar en ella.

En lo que respecta a Suiza, la historia cultural se ha hecho un hueco importante en la investigación histórica.

Por el contrario, la influencia de las obras alemanas en suelo suizo es relativamente débil.