[1][2] La cultura popular también abarca las actividades y sentimientos producidos como resultado de la interacción con estos objetos dominantes.
Esto ha propiciado, a partir del siglo XIX, su uso como referencia de identidad grupal por parte del pensamiento nacionalista, que ha basado en dichas señas culturales la idea de pertenencia a una nación o territorio.
Sin embargo, si bien es cierto que durante años se ha hablado de la contraposición entre la cultura elitista o dominante y cultura popular o subalterna, sobre todo en las grandes ciudades capitales del mundo, tal división ha venido a ser, en años recientes redefinida, en tanto que actualmente se ha reconocido la existencia de países pluriculturales o con diversidad cultural en donde la presencia de distintas lenguas y culturas locales o regionales están presentes y en este contexto, si se trata de definir la cultura nacional de una Nación, se tiene que reconocer su carácter y su composición cultural diversa y heterogénea, cuando así las condiciones y características de algún país lo expresen.
A lo largo del siglo XX, no obstante, la extensión de la escolarización en buena parte del mundo, unida a la emergencia de la cultura del ocio, ha hecho que la cultura popular abandone su carácter predominantemente estático para convertirse en un elemento dinamizador que, en ocasiones, desborda la creatividad de las vanguardias académicas.
Así, el cómic —a caballo entre pintura y literatura— o el jazz en el terreno musical han acabado desbordando su condición marginal para instalarse como artes académicamente reconocidas.