Así, Husserl desarrolló la fenomenología como método para resolver este y otros problemas relacionados con el saber.
Actualmente es frecuente ver referencias a Emmanuel Levinas, por ejemplo, en su compilación de ensayos bajo el título Alteridad y Trascendencia.
Tales imágenes, más allá de las diferencias, coinciden todas en ser representaciones más o menos inventadas de personas antes insospechadas, radicalmente diferentes, que viven en mundos distintos dentro del mismo universo.
Para ello es necesario un compromiso, donde sin negar mi libertad yo ceda parte de ella, para construir horizontes comunes.
[2] Focalizando más el concepto de alteridad en la educación es necesario profundizar más en su interrelación, cómo a partir de la alteridad en la educación podemos combatir las desigualdades[3][4][5] y trabajar como bien proponía Paulo Freire desde las diferencias.
El ideal de educación universal parece la utopía a alcanzar en nuestra sociedad siempre y cuando el modelo propuesto nazca desde las diferencias, se constituya desde la legitimación y reconocimiento de todas las identidades, no siendo así se incurre en el error de prácticas sociales excluyentes eliminando las diferencias e imponiendo un modelo “normalizado” desintegrador, donde todos los alumnos y alumnas deben alcanzar las mismas expectativas esperadas.
Debemos partir de las diferencias evitando las relaciones asimétricas y la homogeneización, estamos en una sociedad donde las diferencias se asocian al déficit, a la desviación de la norma, estigmatizando y etiquetando a los sujetos.
Y no solo eso, no únicamente se excluye sino se fomentan actitudes que retroalimentan esta situación a través de la competitividad, la rivalidad y la individualidad entre el grupo de iguales.
Considerando la personalidad humana en su totalidad, la alteridad no es sólo cultural o geográfica, es un cuestión común a toda persona en cualquier lugar del planeta.
Comienza dentro de las propias sociedades occidentales que están aun lastradas por el patriarcalismo de hombre blanco adulto heterosexual libre y productivo frente la mujer, el dependiente, la persona con otras opciones sexuales, diferente cultura a la dominante o minorías étnicas y religiosas.
Para acabar con ello hay que luchar contra todas las cabezas del monstruo a la vez o se reconstituirá continuamente.
En consecuencia, las instituciones se dotan de mecanismos administrativos y burocráticos que facilitan la exclusión legalizándola.