El segundo sexo

[1]​[2]​ Su autora comenzó a escribirlo cuando reflexionó sobre lo que había significado para ella el ser mujer.

Comenzó a investigar acerca de la situación de las mujeres a lo largo de la historia y escribió este extenso ensayo que aborda cómo se ha concebido a la mujer, qué situaciones viven las mujeres y cómo se puede intentar que mejoren sus vidas y se amplíen sus libertades.

Muchas de las características que presentan las mujeres no les vienen dadas por su genética, sino por cómo han sido educadas y socializadas.

La frase que resume esta teoría es muy célebre: «No se nace mujer: llega una a serlo».

Las diferencias biológicas juegan un papel importante, especialmente en quedar embarazada y tener hijos, algo que los hombres no pueden, pero no es esa diferencia biológica la que funda la diferencia de estatus y de jerarquía entre varones y mujeres, la biología no define "la femineidad" como concepto (emotividad, dependencia, cuidados, suavidad, paciencia, sacrificio) explicando que de una hembra biológica se construye la condición "femenina" y se logra hacer una mujer al educarla en la femineidad, sin que exista vínculo natural entre mujer (hembra) y femineidad (género).

Como quedó señalado, la obra aspira a manejar una pluralidad de registros que van desde lo biológico, lo psicoanalítico, pasando por lo histórico y lo marxista.

El trabajo avanza mediante la indagación a los más creíbles estudiosos de los temas sin distinción de sexo, sean médicos, psicólogos, novelistas y, al mismo tiempo, busca que las mujeres se abran declarando sus experiencias, sea en el ámbito del amor o en otros.

La pareja es una entidad, en la cual sus dos mitades están fusionadas la una con la otra, son necesarias: no es contingente ninguna división por sexos en nuestra sociedad.

Siempre, ya en las sociedades arcaicas, ha convivido aquello que conocemos como dualismo (lo Otro y lo Mismo); esta desmembramiento no se puso bajo el símbolo de la división entre sexos, no corresponde a datos empíricos.

Ahora bien, la pregunta que muchos se plantean: ¿De dónde procede esta sumisión a la mujer?

Estas mujeres no tenían otra opción que aceptar la cooperación con el hombre, consentir ser lo Otro, para así mantener cualquiera de las ventajas que podría producir una unión con esa clase privilegiada, el hombre.

Cualquier hombre, al concebir a la mujer como Otro, descubre en ella complicidades recónditas.

Esta situación se pudo sostener por una creencia: la internalización femenina de la propia incapacidad.

A este respecto, toda la comunidad en los diversos momentos de la historia ha reafirmado la inferioridad femenina y la necesidad de que tener una familia y un marido contribuirían a completar su ser «carenciado».

El matrimonio y los hijos son obra de hombres y mujeres, pero en conjunto son tareas que siempre han comportado mayores responsabilidades para ellas que para los hombres.

Tal rol las ha atado y les ha impedido pensar en una realización fuera del hogar.

Portada de "El segundo sexo" en francés por editorial Gallimard.