Emmanuel Lévinas

Consagró además su vida y su obra a la reconstrucción del pensamiento ético después de la Segunda Guerra Mundial, que pasó confinado en un campo de concentración alemán y casi toda su familia fue asesinada.

[2]​ Es conocido por sus trabajos relacionados con la fenomenología, el existencialismo, la ética, la ontología y la filosofía judía.

En 1914 emigró junto con su familia por causa de la Primera Guerra Mundial, instalándose en Járkov, Ucrania donde vivió la revolución bolchevique que avanzó por toda esa región.

En 1920 regresó a Lituania, a orillas del mar Báltico, donde su padre abrió una papelería librería, y allí estudió la enseñanza media, más un curso de leyes en la Universidad de Tartu en Estonia.

Desde 1928 en la Universidad de Friburgo cursó filosofía con Husserl y conoció allí a Heidegger, asistiendo en Davos al encuentro antagónico entre Heidegger y Ernst Cassirer sobre Kant en el que se posicionó al lado del primero.

Posteriormente, rompió definitivamente con Heidegger a quién no perdonó nunca su cercanía al nazismo.

Al año siguiente fue hecho prisionero en Rennes, permaneciendo durante toda la guerra en un campo de concentración en Hannover, Alemania.

Su condición de militar francés lo salvó del trato que recibieron otros judíos.

Durante ese período, prácticamente toda su familia, que había quedado en Lituania, fue masacrada por los nazis.

Su esposa y su hija se salvaron al ser ayudadas por Blanchot que las alojó un mes en un apartamento suyo en París y después las hizo quedar escondidas en un monasterio en Orleans que era un foco de la resistencia.

Esto le llevó a dejar la dirección de la Alianza Israelita Universal.

Para Lévinas el tiempo no debe ser una experiencia de duración, sino un dinamismo que nos lleva para otro lado diferente de las cosas que poseemos, un tiempo como relación con una alteridad inalcanzable y así producir una alteración del ritmo y sus giros.

[14]​ Lévinas discute que la responsabilidad hacia el Otro tiene sus raíces dentro de nuestra construcción subjetiva.

Para Lévinas la subjetividad es primordialmente ética, donde la responsabilidad se origina del trato con el Otro, adquiriendo dirección y significado.

Mientras se da la interacción entre los dos sujetos, su encuentro da origen a un Nosotros, ya que los dos se conciben como sujetos y también conciben un ente externo que regula su encuentro (esto podría ser una explicación de la Sociedad).

En respuesta a la afirmación totalitaria del odio y su arraigo en lo más profundo del ser, Levinas, al final de la guerra, trabaja para desplegar una ética que prevea el sufrimiento en una perspectiva interhumana, es decir, en una no indiferencia mutua.

No es Dios a quien se busca en el prójimo, es el Otro quien cuestiona y cuestiona la conciencia tanto desde una dimensión de altura como de descenso, en la proximidad, sino en la proximidad que está en al mismo tiempo, una distancia infinita desde la cual nunca puedo formar una totalidad - del vecino y que significa para él su devoción por los demás.