Historia verdadera de la conquista de la Nueva España

Al leer dichos acontecimientos narrados de una forma tan sencilla, se convierte en una vivencia para los lectores.

Hace hincapié en la poca gloria que dejó Hernán Cortés a los soldados, artífices de la conquista.

Esta obra, por lo tanto, va a presentar una óptica española de conquistador, cuyo servicio se desarrolla a favor de la religión Católica y el imperio, con un incentivo que motivó a todos los soldados involucrados en la conquista, y esta fue nada más que la promesa de riquezas y fama.

W. Arens, autor del libro El mito del comehombres, no deja de recordarnos que nunca tomó notas y nunca aprendió a hablar las lenguas indígenas y, no obstante, es capaz de describirnos diálogos enteros de los indígenas desde el primer día que pisaron el continente.

Bernal reporta haber contado 100 000 cráneos, pero en las reconstrucciones del tzompantli no caben más de 1800.

Años después, Bernal Díaz simplemente habría adquirido el manuscrito y sus hijos lo publicaron.

[7]​ En el primer viaje llegó a las costas de Yucatán, nombrada como la Nueva España con, en principio, 110 soldados que los acompañaban.

En estos primeros capítulos nos cuenta con mucha eficacia cómo eran atacados de forma continua por los indios que les tiraban flechas y ellos trataban de sobrevivir, cómo llevaban a cabo sus negocios a cambio de riquezas, y retrata todo aquello que le resulta extraño o curioso acerca de las características indígenas, como por ejemplo su apariencia, sus pinturas, sus ídolos y sus sacrificios, siendo estos últimos relatados como un acto demoníaco.

En los capítulos VIII a XVIII se relata el segundo viaje  y exploración, en donde se hace más evidente la exploración en busca de tesoros, ya que se les solicitaba que rescatasen todo el oro y plata que pudiesen, y sondear el territorio para determinar si era posible colonizarlo.

No es ansí, porque por consejo de todos os más soldados y mío mandó dar con ellos al través, a ojos vistas, para que nos ayudasen la gente de la mar que en ellos estaban a velar y guerrear.

Podría plantearse que quería ser el héroe de su propia gesta épica.

Tal vez estribe en que cuando la memoria no esté clara se ayude de la invención” (1958, p.93) En lo que respecta al estilo de Bernal Díaz del Castillo, podemos declarar “usa a menudo de la conjunción copulativa (y), los adverbios temporales (luego), lo que le da cierta rigidez primitiva” (1958, p.99) "No sé cómo lo cuente, ver cosas nunca oídas, ni vistas, ni aún soñadas, como veíamos", escribe Bernal.

Elogiándole o denigrándole, todos los autores que vinieron tras él se han servido de aquélla para elaborar sus propios relatos.

Guiado por la ambición, se define a sí mismo como un héroe y las hazañas en las que es partícipe.

Para establecer la cultura española y dominar aquellas tierras y para, a la vez, honrar al imperio con su valentía al haberse enfrentado a los indios (seres salvajes o inocentes, esa es la cuestión que se desarrollará luego).