[9] Isaac afirmaba la existencia de un «pensamiento racista premoderno» entre los griegos y los romanos antiguos por lo que la «genealogía» del racismo en Occidente se podía «rastrear» hasta «la Antigüedad clásica».
[11] Entre los «rasgos característicos del racismo [que] se encuentran ya en los textos de la literatura antigua», Isaac ha señalado el determinismo medioambiental ampliamente admitido a partir de mediados del siglo V a. C. y que fue desarrollado por Aristóteles en el siglo siguiente en su Política.
Las regiones desconocidas de la Tierra en el imaginario del Occidente medieval aparecían pobladas por seres fabulosos no destinados a la salvación.
[29] Según Max Sebastián Hering Torres, «por primera vez en la historia europea se utilizan los criterios "raza" y "sangre" como estrategia de marginación.
[42] Así pues, concluye Elliott, «la América colonial española se desarrolló hasta convertirse en una sociedad codificada por el color».
[54] Para explicar las múltiples variedades de seres humanos los ilustrados recurrieron en general a la vieja teoría aristotélica del determinismo medioambiental, singularmente Montesquieu.
En Observations on the Size of the Brain in Various Races (‘Observaciones sobre el tamaño del cerebro en las diferentes razas’, 1849) dividió la humanidad jerárquicamente en seis grandes «razas»: «caucásica moderna», «caucásica antigua», «mongólica», «malaya», «americana» y, finalmente, «negra».
Naturalmente se descartó una aplicación inversa del One-Drop-Rule para saber quién debería ser considerado jurídicamente como blanco…».
[76] Conforme fue avanzando el siglo XIX los judíos fueron «quienes se convirtieron en objeto preferido de las ideologías racistas».
Para los antisemitas ultranacionalistas alemanes «el judaísmo no era sin más el enemigo de una pretendida raza alemana, sino también un enemigo del racismo como doctrina e interpretación del mundo ―y por tanto adquirió para los antisemitas cada vez más los rasgos de una raza fundamentalmente enemiga―».
Uno de los primeros en expresar ese nuevo antisemitismo fue el historiador berlinés Heinrich von Treitschke quien en 1879 escribió: «Los judíos son nuestra desgracia».
Esta sería la política que aplicarían los nazis en la década siguiente por medio del programa secreto de exterminio denominado Aktion T4, disfrazado bajo el término «eutanasia».
Tras conocerse las atrocidades cometidas por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, la noción biológica de «raza» quedó deslegitimada, aunque no completamente al principio,[90] y con ella el racismo científico.
[95] Se alcanzó así un «consenso antirracista relativamente amplio», aunque no cristalizó hasta los años 1960, impulsado por los diferentes los movimientos sociales de la década entre los que destacó el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos que contribuyó «de forma notable a deslegitimar el racismo en la conciencia mundial».
El psicólogo canadiense Otto Klineberg propone a su vez como prioritario deshacer la ilusión de la «pureza racial».
Siguiendo esta misma línea los historiadores franceses Lucien Febvre y François Crouzet escriben un «Manual de historia de la civilización francesa» titulado «Somos mestizos» («Nous sommes des sang-mêlés») pero que solo será publicado muchos años más tarde, aunque algunos extractos del mismo aparecieron en una revista alemana en 1953.
[98] Hubo países que fueron más allá del ámbito educativo ―como Francia mediante la ley Pleven aprobada en 1972― y consideraron el racismo, no una opinión sino un delito.
[95] En otros países como Estados Unidos las opiniones racistas eran legales pero existía una presión social que las reducía a los círculos de los supremacistas blancos.
En 1994 Richard Herrnstein y Charles Murray publicaban The Bell Curve en el que explicaban los resultados menos buenos de los escolares negros por deficiencias intelectuales innatas.
Como ha destacado Pap Ndiaye, «la llama mediocre del racismo biológico no ha sido mantenida más que por ideólogos de extrema derecha».
Es gracias al avance de las diferentes ciencias y al retroceso progresivo del oscurantismo social, moral y religioso, que desde el último cuarto del siglo XX, existe un estigma social asociado con los que se describen a sí mismos como racistas.
El último país en declararse oficialmente racista ha sido Sudáfrica que en 1990 modificó su sistema de apartheid por presiones internas y externas.
Ese día, en 1960, la policía abrió fuego y mató a 69 personas en una manifestación pacífica contra la «ley de pases» del apartheid que se realizaba en Sharpeville, Sudáfrica.
Según la psicología cognitiva, el racismo es un apasionamiento subjetivo a favor o en contra de algo sin que existan argumentos suficientes para sustentar esta posición.
Un sesgo es un error en el procesamiento de la información y hace que las personas tengan distorsiones cognitivas.
También hubo películas y telenovelas que muestran la realidad del racismo, en el caso del cine estadounidense, ciertos productores cinematográficos han sido acusados de racistas al poner a personajes antagónicos como negros, asiáticos, hispanoamericanos incluso hasta los indígenas de Norteamérica.
Una de las mayores dificultades que se encuentran al llegar es el idioma o lengua, y es ahí donde las escuelas deben poner en marcha métodos útiles para su aprendizaje.
En las propias escuelas hay discriminación y racismo, las víctimas en muchas ocasiones prefieren acudir a colegios donde el porcentaje de inmigrantes sea alto para así no sentirse incómodo.
Impide, por ejemplo, que en el ámbito escolar se puedan mezclar personas de ascendencias iberoamericana y española.
Algunos conceptos como la discriminación racial y la xenofobia están relacionados con el racismo aunque no lo son propiamente.