Al-Jahiz

Se trata de probar la inimitabilidad del Corán, eterno, increado y por tanto, perfecto.

La lengua pasa así a adquirir cualidades metafísicas y es tarea de los gramáticos (considerados piadosos al desempeñar su tarea) enseñar cómo se debe hablar, establecer una normativa, que a su vez expresará el alto rango y dignidad social de cada uno.

Para situar el contexto en que vivió este prolífico autor, basta decir cuán debilitado se hallaba el poder, con una burocracia acaparadora y corrupta que arrastraba una gran pérdida financiera, en parte por la reducción de territorios tributarios (Dhimmi) del gobierno y quizá lo más importante, la antagónica relación sociocultural entre árabes propiamente dichos y arabizados (que el origen de alguien no estuviera perfectamente claro era signo de infamia, de ahí que hallemos tantas genealogías inventadas o distorsionadas).

Sin embargo, a nivel literario, estos enfrentamientos pronto se hicieron fructíferos por medio de la ingeniosa y punzante sátira costumbrista, basada en una confrontación argumentada.

A principios del siglo VIII, los crisoles culturales se concentran en ciudades iraquíes: Basora, la capital provinciana de nuestro protagonista, observa una rica actividad intelectual durante los tres primeros siglos del Islam, pero una vez muerto al-Jahiz, languidece.

Sus primeras obras lo acercan a la corte y le procuran la aceptación del califa al-Mamun, son de carácter político (relativas al imanato ya mencionado) y en defensa de la dinastía abasí, del arabismo frente a cualquier otra cosa.

Se concentra en trabajos puramente literarios aparcando lo político, desengañado porque no recibió apoyo por su ideología y disgustado con el estado general de las cosas.

Se le reconocen o atribuyen unas 193 obras, según Charles Pellat, de las que nos han llegado intactas treinta, más otras cincuenta en estado fragmentario.

Sus juicios se basan en la experimentación, la observación o en lecturas adquiridas, dentro de un cauce y un tono lógico-reflexivo.

Emplea la duda científica como método planteando muchos interrogantes que se quedan sin respuesta (con la pretensión de dejar patente a su vez la completa ignorancia del interlocutor).

El género adab o instrucción de príncipes está conformado por una prosa miscelánea cuyo fin primordial es instruir y agradar (un docere et delectare al uso).

Según Charles Pellat, el adab reúne una moral práctica de conocimientos profanos no presente en los textos religiosos, pero no contraria a ellos, por lo que se convierte en una fuente de educación más específica, con la que salpicar las conversaciones con anécdotas, chascarrillos o versos muy del gusto árabe.

Rojo oscuro: Expansión en la época de Mahoma, 622-632. Rojo medio, Expansión durante el Califato Ortodoxo, 632-661. Color claro, Expansión durante el Califato Omeya, 661-750.
Mapa del imperio abasí hacia el año 850
Imagen del Kitab al-Hayawan (Libro de los animales) de Al-Jahiz. Representa una avestruz arabiga Struthio camelus syriacus .