Al acabar la última glaciación del Pleistoceno, que también fue la más dura, comenzó un cambio climático marcado por una alternancia de fases templadas y frías.
[4] La dieta se diversificó enormemente, incluyendo entonces otros pequeños mamíferos y aves como los gansos, tordos, faisanes, arrendajos, palomas, etc.
También se usaron flechas y arpones manufacturados enteramente en hueso, en asta o en madera.
El arte se redujo a unos cantos rodados pintados[9] interpretados como objetos mágicos y/o rituales.
Posteriormente en la costa se desarrolló el asturiense, cuyos “picos” presentan una factura arcaica al estar tallados solo por una cara.
En el Levante español grupos humanos dejaron pinturas que muestran una evolución del arte rupestre hacia modelos más esquemáticos.
[13] Las figuras están hechas con pigmentos negros o rojizos, y son muy estilizadas.