Según J. Guichard hay ciertas piezas que indican que la microlitización se inició ya en el Gravetiense (los «buriles de Noailles» y las «Microgravettes» son prueba de ello),[1] el proceso continua, floreciendo notablemente durante el Magdaleniense (persistiendo, después, en numerosas tradiciones epipaleolíticas, sobre todo circunmediterráneas).
La técnica de obtención, puesto que el soporte no es muy grande, puede ser la percusión o la presión indistintamente (aunque la presión siempre es la mejor opción, al ser más complicada no es la más empleada).
[2] Hay tres tipos básicos de microlitos laminares: Este último ejemplo no solo ha sido seleccionado para enfatizar la amplitud cronológica y cultural de los microlitos laminares; también para señalar sus similitudes morfológicas y diferencias tecnológicas con los microlitos grométricos; ya que éstos no solo se definen por su forma de trapecios, triángulos o segmentos de círculo,[7] sino que (como veremos inmediatamente) se separan del resto por los gestos llevados a cabo en su elaboración, que pueden polarizarse en torno a la técnica del microburil.
Los microlitos laminares son muy frecuentes tan el Paleolítico superior y el Epipaleolítico, tanto que han sido utilizados en numerosos estudios para segregar facies culturales prehistóricas.
[8] Lo cierto es que hay un puñado de testimonios que ratifican esta hipótesis:[9] Ninguno de los testimonios que hemos citado comprende microlitos geométricos, casi todos se refieren a hojitas de borde abatido, puntas y lasquitas vulgares Los microlitos geométricos son tipos líticos claramente determinados, al menos en sus formas básicas: el Trapecio, el Triángulo y el Segmento de círculo (a veces llamado «Media Luna»).
Entre las imágenes incluimos un microburil porque, aunque no es un microlito geométrico, es un útil usado para la talla ósea.
Algunos investigadores, sobre todo los que estudiaron las primeras piezas descubiertas, cuando apenas se hacían experiencias de talla, sí creían que los microburiles fueran útiles funcionales, entre ellos destacamos Octobon (Octobon, E.
Todos los microlitos geométricos comparten una misma y poderosa esencia, variando solo su silueta: han sido fabricados a partir de hojas (casi siempre de sílex), o de hojitas, por medio de la técnica del microburil (esto implica que no pueden conservar restos del talón ni del concoide del soporte) y terminados por medio de retoques abruptos en los bordes (generalmente dejando un lateral con el filo natural del soporte), con lo que se les dan su forma poligonal definitiva.
[11] Como hemos visto, los microlitos laminares se dan desde el Gravetiense (si no antes), o sea, casi desde el principio del Paleolítico Superior, y persisten hasta pasado el Neolítico.