A su muerte, Nepociano, un familiar de parentesco no demasiado claro, le disputó el trono al futuro Ramiro I.
Al morir su padre quedó a cargo y cuidado de su tía Adosinda, esposa del rey Silo.
En 795 una embajada del rey astur se desplazó hasta Toulouse, donde se encontraba Ludovico Pío, a quien Carlomagno, su padre, le había encargado la defensa del reino franco contra las incursiones de los musulmanes desde España.
[6] Otras dos delegaciones viajaron a la corte de los francos en 798, una en la primavera y otra en el invierno.
[6] El asunto tratado en la primera embajada en la primavera de 798 fue la herejía adopcionista contra la que Carlomagno combatía activamente.
Gracias a las victorias sobre los musulmanes, afianzó su presencia en Galicia, León y Castilla, que reorganizará políticamente.
Llegó a conquistar y gobernar temporalmente la ciudad de Lisboa,[1] refundando también la despoblada Oporto, realizó correrías rescatando esclavos en manos musulmanas hasta Sevilla, o los godos en campos góticos (Ribera del Duero), despoblando la meseta norte como franja de seguridad contra los ataques musulmanes, y llevándose a esta población a las actuales Galicia, Asturias y Cantabria, dándoles allí tierras.
[11] Junto a la entrada al panteón real, se encontraba el sepulcro que contenía los restos del rey Alfonso II, alzado dos pies sobre el suelo y cubierto por una tapa acofrada carente de adornos e inscripción.
Sin embargo, la tradición y el lugar preeminente que ocupaba dicha tumba señalaban, en opinión de diversos historiadores, que en ella reposaban los restos del fundador de la iglesia y del panteón real.