La Baja Navarra siguió siendo independiente, mantenido por la dinastía de Foix, hasta su incorporación a la Corona francesa por Luis XIII en 1620.
[7] La Alta Navarra conservó su estatus de reino hasta 1841, al ser abolido mediante la denominada Ley Paccionada.
Los restos más antiguos de cultural humana conservados sobre el espacio geográfico conocido actualmente como Navarra «se remontan al Pleistoceno reciente y concretamente al período interglaciar Riss-Würm, hace unos 100.000 años.» Las etapas siguientes (Paleolítico medio y principios del Paleolítico superior) quedan bajo la Glaciación de Würm.
La cultura y el idioma de aquella población, que posteriormente se denominarán vascones, está relacionada con la civilización lígur e íbera[16] y en general con las civilizaciones preclásicas mediterráneas como la minoica del Egeo, etrusca en la Itálica, bereber en el norte de África o Cólquida del Cáucaso.
[cita requerida] Son varios los geógrafos romanos que citan a los vascones, como Plinio, Estrabón y Ptolomeo, delimitando el territorio mediante la relación de sus ciudades: Oiasso (Oiartzun/Irún), Itourissa (Espinal), Iacca (Jaca), Alaunoa (Alagón), Segia (Ejea), Cascantum (Cascante), Graccurris (Alfaro), Calagurris (Calahorra), Andelos (Andión), Nemeturissa (Santa Criz de Eslava).
Los quinientos años de romanización supusieron para los vascones un gran desarrollo, expansión geográfica, demográfica y económica.
Según Claudio Sánchez-Albornoz[19] y otros autores, la crisis del orden imperial romano, en el siglo V, generó un vacío de poder en la Tarraconense.
Los vascones muestran un gran dinamismo en esta época, impulsados por la mejora económica y demográfica que había favorecido la romanización.
Esta situación fue inestable y en periodos sucesivos se vio a Pamplona pagando tributo, siendo gobernada por carolingios como Velasco, o simplemente sin poder reconocido.
El testamento paterno no fue respetado y cada hijo se hizo dueño de los territorios que le fueron concedidos entablándose disputas territoriales entre ellos.
El prestigio y poder de estos mercaderes provenzales se extendió toda la Edad Media, hasta el punto que muchos siglos después toda la documentación mercantil y contractual de Pamplona se redactaba en lengua provenzal.
El difícil equilibrio internacional de Navarra se vio definitivamente roto al declarar la guerra a Francia la coalición de Castilla e Inglaterra que suponía para Navarra, tanto neutral como beligerante, una guerra que le iba a afectar.
La segunda tuvo lugar en 1516, aprovechando la muerte de Fernando el Católico y la complicada sucesión castellana.
Enrique II estaba casado con Margarita de Navarra, mujer que participó, por su formación neoplatónica, en el espíritu abierto del humanismo.
Gran mecenas de las artes y la literatura, ella misma escribió varias obras entre las que destaca el inacabado Heptamerón.
La Asamblea Nacional francesa considera que los Estados Generales de Navarra no deben reunirse más.
La sola acreditación de ser natural del Baztán, por ejemplo, bastaba para que cualquier tribunal castellano reconociera hidalguía.
Aunque no termina de estar claro si presentaba méritos previos suficientes para el desempeño del cargo.
Debe compararse con las Cortes de Castilla o Aragón que en el siglo XVII tuvieron sus últimas convocatorias.
Llamar a un navarro "agote" era un insulto que podía acabar en los tribunales, como dan fe numerosos pleitos.
En esta batalla tuvo su primera actuación la Cruz Roja, atendiendo a los heridos de ambos bandos, tras su reciente creación por el médico navarro Don Nicasio Landa.
De nuevo, como tras la primera guerra carlista se establece una ofensiva centralista contra el régimen foral.
El domingo 4 de junio recorrieron las calles unos 80.000 manifestantes encabezados por la Diputación provincial y algunos ayuntamientos, se abrió una suscripción popular para construir un monumento a los fueros, este movimiento fue conocido como la Gamazada.
En Navarra aconteció una fuerte reacción católica, se convocaron manifestaciones callejeras, que alcanzaron un nivel de participación similar a la Gamazada.
Los carlistas llevaban preparándose militarmente desde 1932 e incluso habían recibido formación en la Italia de Mussolini, quien también les facilitó el armamento necesario para la sublevación.
En la tarde anterior moría asesinado por sus subordinados el comandante de la Guardia Civil, José Rodríguez-Medel, por su acreditada lealtad constitucional.
A la tarde salió una columna formada por tropas regulares y voluntarios al mando de García Escamez hacia Logroño.
En la Iglesia católica, la jerarquía guardó silencio al principio para bendecir la asonada como "Cruzada" más tarde.
Desde el primer momento del golpe se inició la violencia contra los opositores de izquierdas desarmados en la retaguardia.
Se hizo costumbre que los gobernadores no intervinieran en las reuniones y asuntos de la Diputación, siendo los vicepresidentes los efectivos presidentes.