[20] Según Arthur Keaveney, estos acontecimientos marcaron una reconciliación entre Pompeyo con la nobilitas y Cinna, acercamiento que pudo haber sido iniciado por este último.
Este recibió solemnemente a Cneo y le otorgó el título honorífico de imperator, acción que no tenía precedentes debido a que nadie había recibido tales honores con 22 años de edad,[33] sin tener autoridad confirmada para comandar tropas (imperium) y sin haber obtenido una sola victoria.
Los adversarios políticos pronto apodaron a Pompeyo «el adolescente carnicero» (en latín: adulescentulus carnifex), y posteriormente se refirieron al episodio con frecuencia en los discursos públicos.
Sin embargo, Cneo tenía otros planes; sabía que Perpenna había huido con una gran fuerza a Hispania y esperaba obtener el mando de la guerra contra Sertorio.
[59] El procónsul silano y partidario del Senado Quinto Cecilio Metelo Pío había llegado a la Hispania Ulterior antes, pero sus fuerzas no fueron suficientes para ganar.
[73][74] Sertorio pronto conquistó Laurón;[73] Según Plutarco, Pompeyo «tuvo que dejar arder la ciudad a su presencia y ante sus mismos ojos».
La Hispania Citerior estaba completamente arruinada, el suministro de ambos ejércitos era irregular, y la provincia romana leal más cercana, Galia Narbonense, tenía una mala cosecha.
Había rumores en Roma de que Pompeyo quería renunciar a continuar la guerra en Hispania y conseguir un nombramiento en un lugar más prometedor.
En Calagurris (la actual Calahorra), Sertorio derrotó a los destacamentos de Pompeyo y Metelo, tras lo cual ambos comandantes se retiraron para pasar el invierno con sus ejércitos principales.
Sin embargo, Cneo no leyó el contenido de las cartas y las quemó e hizo ejecutar al líder conspirador.
[99] Por último, a los senadores les parecía poco probable que Cneo aceptara aprobar el cursus honorum de la forma habitual.
Cneo había prometido llevar a cabo dicha ley incluso antes de asumir el cargo, y al principio del consulado su iniciativa fue apoyada por Craso.
[96][105][107] Sin embargo, la reforma resolvió definitivamente la cuestión del poder judicial, que hasta entonces había sido una fuente de controversia en la sociedad.
Durante los intentos anteriores de acabar con los piratas, todas las fuerzas romanas se concentraron en una región, pero estos cada vez conseguían escabullirse.
[129]En esta época, la tercera guerra mitridática se desarrollaba en Asia Menor, con éxito desigual para Roma, donde los ejércitos romanos estaban comandados por Lucio Licinio Lúculo.
[cita 7] Al mismo tiempo, Manio Acilio Glabrión ya había sido nombrado para sustituir a Lúculo, y en Cilicia estaba Quinto Marcio Rex con un ejército; sin embargo, ambos procónsules no eran comandantes experimentados.
[136] Además, utilizando la flota obtenida bajo la Ley Gabinia, Pompeyo estableció un bloqueo naval de toda Asia Menor desde Fenicia hasta el Bósforo.
[cita 16] En la Siria de la época, dos pretendientes al trono del otrora poderoso Imperio seléucida, Antíoco XIII y Filipo II, luchaban por el poder.
La abundancia de combatientes asustó tanto al famoso abogado Cicerón, quien defendía a Milón, que no pudo pronunciar bien su discurso.
[217][225] Al año siguiente fueron elegidos cónsules Servio Sulpicio Rufo y Marco Claudio Marcelo, aunque Pompeyo siguió teniendo la influencia decisiva en la política.
[236][237] César hizo intentos de negociar directamente con Pompeyo —en concreto, en diciembre pidió quedarse con la Galia Cisalpina, Ilírico y dos legiones, pero garantizando el consulado—, pero todos acabaron en fracaso.
Sin embargo, Cneo insistió en que los magistrados y los senadores abandonaran la ciudad; debido a las prisas, no se organizó la manera de sacar el tesoro.
Sin embargo, los soldados de César, aunque asediaban a Pompeyo, seguían teniendo grandes dificultades con los suministros y sufriendo ellos mismos el hambre.
Sin embargo, algunos romanos sostenían que Pompeyo había abandonado definitivamente los asuntos políticos y militares a causa de su nueva esposa.
El historiador Salustio escribió sobre Pompeyo en una segunda carta a César, probablemente auténtica: «Tú [César], imperator, hiciste la guerra contra un hombre ilustre, poderoso, ávido de poder, no tanto sabio como afortunado; sólo le siguieron unos pocos, quienes se convirtieron en tus enemigos por creerse injustamente ofendidos, y los que estaban relacionados con él por parentesco u otros vínculos estrechos.
[274] Sin embargo, en los siglos I y II d. C. también hubo opiniones críticas sobre la actuación de Pompeyo, como la del filósofo Lucio Anneo Séneca el Joven, quien acusó al comandante de ambición,[278] o la del historiador Tácito, quien creía que Pompeyo no era mejor que los tiranos Mario y Sila.
El erudito alemán reconocía a Pompeyo como mejor organizador que César, y también lo consideraba en cierta medida un maestro del futuro dictador.
[307] En ruso, no existían obras especiales sobre Pompeyo a principios del siglo XXI,[308] aunque varios investigadores han estudiado en detalle sus actividades.
[318] Jürgen von Ungern-Sternberg cree que Cneo, aunque buscaba la supremacía en Roma, esperaba hacerlo en el marco de las leyes vigentes y no mediante la fuerza militar.
[319] Como los romanos no tenían una única deidad patrona personal en la época de Pompeyo, Cneo adoraba especialmente a Venus, Minerva y al héroe semidiós Hércules.