Sexto Pompeyo Magno Pío (en latín, Sextus Pompeius Magnus Pius; circa 65-35 a. C.) fue un militar romano del periodo final de la República, y la última oposición que tuvo el Segundo Triunvirato en sus intentos por controlar la República.
Ambos hermanos crecieron a la sombra de su padre, uno de los mejores generales romanos, y que en principio no pertenecía al ala política conservadora, sino que se acercó a la facción tradicional cuando Julio César se convirtió en una amenaza para la República.
[1] Sin embargo, esta versión es rechazada por Emilio Gabba, quien sitúa su nacimiento en 66 a. C. o 68 a. C.[2] Cuando César cruzó el río Rubicón en 49 a. C., comenzando así la segunda guerra civil, su hermano mayor huyó junto a su padre a Oriente, como hicieron muchos de los senadores conservadores.
[3] Sexto pactó entonces con el gobernador de la Hispania Citerior y de la Galia Narbonense, Lépido, por el cual se establecía una tregua y se permitía que Sexto pudiera ir a Roma para recibir la herencia paterna.
Sexto aceptó esta proposición y el Senado le concedió además una importante cantidad de dinero en compensación por la propiedad paterna que había sido confiscada.
Las ciudades de Milas, Tindaris, Mesina y Siracusa cayeron en su poder, al igual que toda la isla finalmente.
Mientras Octavio luchaba en Grecia contra los republicanos, Pompeyo se mantuvo inactivo, y esto sería su error fatal.
[9] En 38 a. C. Pompeyo sufrió una severa pérdida con la deserción de uno de sus legados principales, Menas o Menodoro, que se pasó a Octavio, entregando Cerdeña y Córcega, junto con una gran fuerza naval y militar.
Tan pronto como la flota fue reparada, Octavio volvió a partir para Sicilia una vez más.
Mientras, Octavio se enfrentó a Lépido, que había ocupado Sicilia, y no pudo perseguir al fugitivo.
Para ello, entró en conversaciones con los príncipes de Tracia y de la costa noreste del mar Negro, e incluso entró en contacto con los partos, pensando que podían suministrarle tropas como lo habían hecho con Quinto Labieno unos años antes.
Pompeyo, que con sus pocos barcos nada podía hacer frente a esta enorme flota, quemó sus naves mientras sus tripulaciones pasaron a formar parte de su ejército; sus amigos le recomendaron pactar con Antonio, pero Sexto no los escuchó y muchos lo abandonaron, entre ellos su suegro Escribonio Libón.
Sexto intentó huir hacia Armenia, pero fue abandonado por sus soldados y capturado por las fuerzas de Antonio.
Llevado como prisionero a Mileto, poco después fue ejecutado sin juicio por orden de Titio, un acto ilegal puesto que Sexto era ciudadano romano.
Su violenta muerte fue una de las armas propagandísticas usadas por Octaviano contra Marco Antonio algunos años más tarde, cuando la situación entre ambos se hizo insostenible.