Originalmente acuñada en un alto grado de pureza, el áureo fue fundamental en el sistema monetario romano, coexistiendo con otras monedas.
Fue sustituido por el sólido en 309, durante el imperio de Constantino I, aunque hasta el año 350 se siguió acuñando en ocasiones especiales.
Suetonio menciona su uso en donativos imperiales durante ceremonias públicas, mientras que Tácito lo describe en contextos de corrupción política, como sobornos a senadores.
Estas menciones subrayan la importancia del áureo no solo como moneda, sino como un símbolo de riqueza y poder.
Fue sustituido por el sólido en 309, durante el imperio de Constantino I, aunque hasta el año 350 se siguió acuñando en ocasiones especiales.