Esta ley, sin embargo, fue casi inmediatamente declarada nula por el Senado.
Los senadores se vieron ofendidos por la ley y Manilio se empeñó en asegurarse el apoyo de Pompeyo proponiendo conferirle el comando de la guerra contra Mitrídates VI del Ponto con poder ilimitado.
La propuesta fue apoyada por Cicerón en su discurso Pro lege Manilia y se aprobó casi unánimemente.
Manilio fue más tarde acusado por los optimates de un cargo desconocido y defendido por Cicerón.
Posiblemente lo condenaron, pero no se sabe más de él.