Solo en 72 a. C., cuando ambos cónsules fueron derrotados en la rebelión de Espartaco, se le otorgó a Craso el mando militar con poderes especiales.
[14] Marco Licinio recibió la educación tradicional de un aristócrata romano, con énfasis en la preparación para el servicio militar.
[27] Ya durante la guerra civil, comenzó una enconada rivalidad entre Marco Licinio y Cneo Pompeyo, provocada porque Sila concedió grandes honores a este último por sus méritos, aunque era más joven que Craso.
Sin embargo, Carrinas consiguió algo más tarde romper el cerco, aprovechando las inclemencias meteorológicas.
[41][42] Sin embargo, la mayoría de los investigadores, especialmente B. Marshall,[43] A. Ward[44] y Erich S. Gruen[45] no niegan la rivalidad entre los dos políticos.
No obstante, Marco Licinio siguió siendo una figura importante y su opinión siempre fue tenida en cuenta en Roma.
[59] Ya en el año 73 a. C. toda Italia se vio envuelta en una revuelta de esclavos y gladiadores.
La última batalla de la guerra tuvo lugar en el río Silaro, en la frontera entre Lucania y Campania.
Sin embargo, fracasó y murió en el combate, lo que terminó con la victoria total de los romanos.
Los restos de los rebeldes se dispersaron en grupos más o menos numerosos por toda Italia, tras lo cual fueron combatidos durante mucho tiempo por diversos caudillos.
Pompeyo había prometido ya en diciembre de 71 promulgar dicha ley, y al comienzo del consulado su iniciativa fue apoyada por Marco Licinio.
Plutarco sostiene que Craso descuidó sus deberes,[100] aunque otras fuentes informan de una actuación activa, pero ineficaz.
El segundo censor, Quinto Lutacio Cátulo, se opuso activamente a ambos planes de Marco.
[102][103] Según Suetonio, ya en los años 66-65 a. C. tomó forma la llamada «primera conjuración de Catilina», en la que participaron, además de Lucio Sergio y Craso, Cayo Julio César, Publio Cornelio Sila, Publio Autronio Peto y Cneo Calpurnio Pisón.
[114] Al día siguiente, el Senado interrogó a un tal Lucio Tarquinio, mensajero de los conspiradores.
Incluso se sugirió que Cicerón había intentado calumniar a Craso;[116] según Salustio, el propio Marco Licinio pensaba eso.
Poco después de celebrar su triunfo, exigió que el Senado aprobara sus decisiones en Oriente y diera tierras a sus veteranos.
La iniciativa la tuvo César,[120] quien pensaba que en caso de una alianza con Pompeyo solo Marco Licinio se convertiría automáticamente en su oponente.
[133] Cuando César fue nombrado procónsul de la Galia Cisalpina por cinco años al final de su consulado, Craso trabajó con Pompeyo para asegurar que otra provincia, la Galia Narbonense, también le fuera asignada; sus satélites Aulo Gabinio y Lucio Calpurnio Pisón Cesonino se convirtieron en cónsules al año siguiente.
[135] En los años siguientes César libró la guerra de las Galias y los otros triunviros se quedaron en Roma.
[139] En abril de 56 a. C. los triunviros se reunieron en Lucca, donde doscientos senadores y casi todos los magistrados acudieron.
Este objetivo se logró; Marco Licinio y Pompeyo acordaron presentarse como cónsules al año siguiente.
[143][148] Regresó a Siria para pasar el invierno, algo que Plutarco calificó de grave error, debido a que, según su criterio, Marco Licinio dio tiempo al enemigo para prepararse, aunque entonces podría haber ocupado Babilonia y Seleucia.
Al mismo tiempo, su hijo Publio llegó con mil jinetes galos enviados por César, bajo cuyo mando el joven Craso había luchado en la Galia.
Los soldados de Craso eran constantemente molestados por la caballería ligera parta, y Artavasdes no pudo enviar los refuerzos prometidos, ya que él mismo estaba repeliendo la invasión enemiga.
Al ver su cabeza clavada en una lanza, los romanos se desanimaron, pero, aun así, lograron resistir hasta el anochecer, y luego abandonaron el campamento con cuatro mil heridos y se refugiaron en Carras; Marco Licinio, quien había caído en la apatía, no hizo ningún intento de impedírselo.
La situación desesperada obligó al procónsul a aceptar las negociaciones, aunque no se fiaba del enemigo.
En la lucha que siguió, el triunviro fue malherido y capturado cuando las tropas partas acudieron al punto del encuentro.
[179] La caracterización más extensa de Craso la dejó Plutarco, quien emparejó al cónsul romano con el ateniense Nicias:
Debido a su ignominioso final durante la campaña parta, Craso no recibió tanto escrutinio en la historiografía como sus compañeros del triunvirato.