Salomé designó a su hijo Hircano II como sucesor[1] y al fallecer ella, en el 67 a. C., Hircano II se proclamó rey, apoyado por los fariseos, quienes habían respaldado a Salomé.
[2] Luego intervino para que Hircano II buscara la protección del rey árabe Aretas III de Petra.
Pompeyo se fue a luchar contra Tigranes de Armenia y una vez vencedor regresó a Damasco, Siria, en el 63 a. C., Pompeyo tomó partido aparentemente por Hircano II y tomó Jerusalén, donde los romanos profanaron el Templo.
Durante el conflicto, Aristóbulo II fue envenenado en Roma, y su hijo Alejandro, decapitado por orden de Pompeyo en Antioquía.
En el 40 a. C., los partos ocuparon Judea e instauraron a Antígono Matatías como rey y sumo sacerdote.
Durante la guerra civil entre Octavio Augusto y Marco Antonio, Herodes tomó el partido de este y tras su derrota en 31 a. C., se vio en problemas para mantener su posición ante el vencedor declarado, Octavio.