La batalla terminó en una decisiva victoria del primero, cuya consecuencia más directa fue que Julio César consiguió el poder absoluto en Roma.
[15] Esto convirtió el mandato de Longino en una tiranía cruel y fracasada que hizo a los locales propompeyanos.
[18] Longino fue rodeado en Ulia (Montemayor) hasta que Bogud y Marco Emilio Lépido, procónsul de la Citerior, negociaron con el cuestor permitir al pretor retirarse a Malaca (Málaga).
[19] Empezó a asediar Cartago Nova (Cartagena) y hasta allí viajaron los líderes sublevados para ponerse bajo su mando.
[27] Trebonio intentó resistir en Ategua, por lo que el legado pompeyano Lucio Munacio Flaco envió a guerreros lusitanos contra la villa, donde se produjo una matanza.
[55] En Obulco se le presentó una embajada secreta de cordobeses que afirmaban haber rendido la ciudad a Pompeyo por no tener medios para resistir.
[62] César quería aislarlo para forzarlo a librar una batalla campal donde pudiera vencerlo de forma decisiva.
[62][64][63] César no quería un largo asedio de Corduba y se retiró a Ategua durante la noche, dejando las fogatas encendidas en su campamento.
[50] Pompeyo el Joven deseaba la batalla, confiado en su fuerza, pero sus oficiales más experimentados le aconsejaban desgastar lentamente a César.
[30] En la madrugada, Pompeyo se dio cuenta de que su enemigo no estaba y decidió entrar victorioso en Corduba.
[76] Inicialmente Pompeyo el Joven creyó que Ategua podía resistir por su cuenta; cambió de parecer al saber del despliegue militar allí realizado.
[3][2] Este último creyó que Julio César no podría apoyar a la guarnición rápidamente y tomaría la posición si marchaba secretamente entre los valles para asaltarla por sorpresa.
[89] Empezaron a preparar nuevas defensas, cuando les llegaron mensajes de Pompeyo informándoles que no podría ayudarles y debían intentar huir.
[97] Al día siguiente, 6 de marzo, Pompeyo salió temprano para ocupar esa colina, sabedor que César estaba en su campamento.
[67][98] César salió y permaneció en un terreno más bajo, esperando el ataque de Pompeyo, pero este se retiró a Ucubi.
[66][82] Estas tropas sabían que César no perdonaría su traición y estaban motivadas para luchar hasta la muerte.
[137] Pero, aunque los cesarianos eran superiores en disciplina, la lluvia de dardos hizo tambalearse a los reclutas más jóvenes, amenazando con romper la línea.
Tanto que César debió intervenir personalmente[133] para restablecer el orden en la línea y animar a sus legionarios.
[141][145] Al parecer más de 200 proyectiles le fueron arrojados a Cesár, esquivando algunos y recibiendo otros con su escudo.
[150] Floro es más dramático, afirma que la diosa Fortuna parecía estar deliberando sobre a quién favorecer en aquella jornada.
Cneo sintió la amenaza y ordenó a Labieno, cuyo sector parecía no correr riesgo, enviar una legión para reforzar su izquierda.
Probablemente, Bogud, después de saquear el campamento, hizo contacto con la X y empezó a atacar al enemigo por la retaguardia.
Apoyada por la caballería, la izquierda cesariana empezó a avanzar y finalmente rodeó al enemigo, que así quedaba completamente embolsado.
[127] Los defensores del campamento pompeyano resistieron a pesar de estar rodeados[155] hasta que fueron totalmente masacrados.
[133][138] Suetonio y Floro son aún más dramáticos, arguyendo que el caudillo pensó por un momento en suicidarse al creer la batalla perdida.
[139][134][167] Entre los cadáveres estaban Labieno y Varo,[134][145] cuyas cabezas le trajeron como botín[168] pero a quienes Cesár permitió exequias dignas.
[174] Aún quedaban opositores en Híspalis, Hasta, Carteya y Gades que debían ser sometidos a la fuerza.
[178] En el caso de Munda, César no tuvo clemencia con los guerreros pompeyanos y les dio muerte.
[187] Así, Cesár consiguió pacificar la Citerior y aunque Sexto logró mandar una pequeña resistencia en la Ulterior[7] ya no tenía mayor oposición.
Suetonio dice que durante la campaña Cesár vio una palma frente a Munda, justo cuando sus tropas cortaban madera para el campamento.