Procónsul

Las funciones de los cónsules, al aumentar el territorio, hubieron de ser delegadas para cada provincia: primero en cuestores insulares con funciones consulares (en las islas desde el 227 a. C.) y después con la figura del procónsul (o propretor) para Hispania Citerior y Ulterior (197 a. C.).

En ese caso recibía el cargo de procónsul, bajo el cual tenía imperium y el mando sobre la provincia dada.

Aunque no era necesario ser cónsul previamente, en la mayoría de los casos se solía serlo ya que en muchas ocasiones se daba un proconsulado al terminar el año de cónsul.

Se suele confundir el cargo con el de cónsul, pero era diferente en la duración del mandato y las atribuciones.

Al igual que un cónsul, si se obtenía una gran victoria el Senado le otorgaba el premio de un triunfo.