Batalla de Roncesvalles

Mientras los francos se retiraban cruzando los Pirineos de vuelta a Francia, como tesis más probable, la retaguardia del ejército de Carlomagno se vio cortada, hizo una última defensa y fue completamente aniquilada.

Existen numerosas obras escritas sobre la batalla, algunas de las cuales modifican y exageran los acontecimientos.

Así Rita Lejeune lo situó en el paso del Perthus, en los Pirineos orientales gerundenses actuales.

José María Jimeno Jurío en sus conclusiones, posteriores a los anteriores, se decanta por la hondonada de Valcarlos-Luzaide.

Sus primeras impresiones fueron publicadas en al reedición del libro de José María Jimeno en el año 2004.

Los primeros textos relatan que el ataque se efectuó sobre la cola de la retaguardia, como punto más débil, y que utilizaron la estrechez del camino (angustiae viae), lo angosto de los parajes (angustus locus) y los tupidos bosques (opacitas silvarum).

[5]​ Murieron un gran número de caballeros francos, entre los que destacaban Oliveros y Roldán.

[5]​ Los principales textos carolingios recogidos en los Anales regios (hasta 829), Annales Mettenses priores, Vita Karoli Magni imperatoris de Eginhardo, Annales de Gestis Caroli Magni del Poeta Sajón y Vita Hludowici imperatoris del Astrónomo Lemosín recogen estos hechos en los años siguientes a la batalla.

[4]​ Los Anales Mettenses Priores (hasta el 805) son anónimos y fueron escritos en Metz veinticinco años después de la masacre, son los más cercanos en el tiempo y aunque «silencian el desastre son valiosísimos por cuanto anotan expresamente la ruta seguida por Carlomagno entre Aquitania y Pamplona», como refiere José María Jimeno Jurío.

Cuando caen heridos los doce paladines imperiales y Roldán, este arrojó al agua su gloriosa espada, «Durandarte», a fin de que no cayera en manos del enemigo.

Monumento conmemorativo en Roncesvalles .
La Marca Hispánica a comienzos del siglo IX , solo lograda y mantenida en el Pirineo occidental durante 10 años.