[1] Posteriormente a las Vísperas sicilianas, la isla (Regnum Siciliae ultra Pharum) se convirtió en un reino separado bajo la Corona de Aragón.
El conde Roger formaba parte de unos mercenarios normandos que habían sido pagados por bizantinos, quienes deseaban expulsar a los sarracenos de la península itálica.
[5] Roger II creó una poderosa flota en el Mediterráneo central.
Guillermo II no tuvo descendencia, por lo que nombra heredera legítima a su tía, Constanza I de Sicilia (hermana de Guillermo I), la cual se casa con Enrique VI, lo que permite la llegada al poder de la dinastía Hohenstaufen.
El reino de Sicilia sin embargo no tiene ningún poder central como en las demás monarquías, así que los barones y los obispos usurpan las prerrogativas reales, y las ciudades grandes no aconsejan seguir adelante con sus instituciones comunales.
En 1220, Federico II, el hijo de Enrique VI, se proclama emperador.
Bajo Carlos de Anjou, y posteriormente su hijo Carlos II, el norte del reino se favorece en detrimento del sur, así la capital es trasladada de Palermo a Nápoles.
Cuando Pedro III se disponía a hacer valer el poder de su flota en el Mediterráneo, los sicilianos se rebelaron contra los Anjou (entre otras causas debido a las cargas impositivas que soportaban) en los sucesos conocidos como las Vísperas sicilianas.
La moneda se adulteraba sin recato y la inflación arruinaba al sufrido pueblo siciliano.
En Mesina los bandoleros isleños asaltaban las tiendas y los comercios a plena luz del día, en medio de la indiferencia general, y era imposible viajar sin una escolta armada.
[10] Después de esto, Sicilia se vio implicada en las guerras napoleónicas.
Durante el Reino normando de Sicilia, las comunidades locales mantuvieron sus privilegios.
Los gobernantes del reino Hohenstaufen reemplazaron a la nobleza local con señores del norte de Italia, lo que provocó enfrentamientos y rebeliones contra la nueva nobleza en muchas ciudades y comunidades rurales.
Los siglos XVII y XVIII fueron una época de decadencia del reino.
La corrupción prevalecía entre las clases media y alta de la sociedad.
La escalada de revueltas contra la monarquía condujo finalmente a la unificación con Italia.
[16] Las principales ciudades del Reino en aquella época eran Palermo, Catania, Mesina, Módica y Siracusa.