Gracias a una poderosa flota, formada bajo diferentes almirantes, hizo una serie de conquistas en la costa de África entre 1135 y 1153, que iban desde Trípoli (Libia) hasta el cabo Bon (Túnez) y Bona (Argelia).
En esas dos décadas, Roger II creó un "Reino normando de África" que se convirtió en una especie de "protectorado" siciliano, apoyado en parte por la pequeña comunidad cristiana que había sobrevivido en el África del Norte.
[2] Los normandos aprovecharon el hecho de que una epidemia (seguida de hambruna) había debilitado a los árabes de Tunicia y fueron recibidos con simpatía por los habitantes gracias a los alimentos que llevaron desde Sicilia.
Con ellos se trasladaron varios centenares de cristianos, que crearon resentimiento entre los musulmanes locales.
En la capital Mahdía fue abierta oficialmente una iglesia católica local, la primera desde la conquista árabe del siglo VIII.