La ciudad de Vitoria había sido fundada como Nova Victoria por Sancho VI el Sabio en 1181 sobre una antigua aldea llamada Gasteiz.
[3] La ofensiva al llegar a la ciudad comenzó con baterías y asaltos con todo el rigor de las armas, encontrándose con una fuerte resistencia y produciéndose un gran derramamiento de sangre, según consta en el Archivo de San Millán, optando por cercar la ciudad impidiendo la entrada de alimentos y agua.
Tras largas negociaciones y debido a la división en el territorio musulmán no lo logró.
El obispo de Pamplona García Fernández consiguió una tregua castellana y, junto a un caballero de la guarnición asediada, se dirigieron a tierras almohades a exponer al rey navarro la insostenible situación de la ciudad para conseguir su entrega.
Tras la autorización, debida también a que el ejército castellano controlaba el resto del territorio de Álava y Guipúzcoa, la ciudad se rindió en enero de 1200.