Su líder en Navarra, el caballerista Ricardo Zabalza, sería posteriormente secretario general de la FNTT en toda España.
Ya en 1931 la Conjunción Republicano-Socialista estaba bien implantada en toda la Ribera, Tafalla, Pamplona, Alsasua, Olazagutía, Yesa, así como en los valles de Salazar y Roncal, aunque no siempre con mayoría.
Sin embargo el problema social de base se encontraba entre los campesinos y propietarios agrícolas pobres, fundamentalmente en la Ribera.
El militante socialista llegó a sacar una pistola, pero lo agarraron por detrás y le asestaron varias cuchilladas, falleciendo siete días después.
Inicialmente era un proceso pluralista e indefinido en el que participaron sectores del ejército, carlistas, falangistas y otros grupos derechistas.
En 1933 supuso un gran impulso del cuerpo en este territorio, con el nombramiento de Antonio Lizarza como delegado regional.
A comienzos de 1936 Lizarza nombró al excoronel Alejandro Utrilla, inspector regional del requeté en Navarra.
Sin embargo, solo los carlistas disponían de una organización armada con entidad, el Requeté, aunque no contaba más que con unas cuantas armas cortas.
Así estaba ultimado los preparativos militares con los generales Queipo de Llano, Goded, Saliquet, Kindelán, Fanjul... y las diversas guarniciones españolas.
Esta reunión fue denunciada al Gobernador por el alcalde de Estella, Fortunato Aguirre, solicitando permiso para detener a los reunidos.
[60] Mola le entregó la circular del día 5 de junio, que establecía un directorio integrado por un Presidente y cuatro vocales militares.
En la tarde del día 18 fue asesinado en Pamplona por sus propios hombres, que se pusieron a las órdenes de Mola con el coronel Alfonso Beorlegui al mando, siendo considerado por algunos autores como la primera víctima de la guerra civil en la península ibérica, aunque ya se estaban produciendo combates en Sevilla.
[1] La ejecutiva provincial del PNV en Navarra (Napar Buru Batzar) hizo público el 20 de julio un comunicado en que por su ideología fuerista y católica no se unía al gobierno y no reconocía la posición de la ejecutiva nacional del PNV.
Dicha reunión fue presidida por José Martínez Berasain, aunque nominalmente seguía figurando Baleztena como presidente y la modificación fue aceptada por las autoridades nacionales del partido, probablemente debido a la equívoca actuación de la Junta Regional durante las negociaciones con el general Emilio Mola.
Los religiosos en Navarra fueron mayoritariamente activos a favor de la sublevación, no solo en sus mensajes, sino que incluso algunos también empuñaron las armas.
[90] Sin embargo los estudios más significativos se iniciaron con la Transición política entre la dictadura y el actual sistema democrático.
Así José Andrés Gallego en la Gran Enciclopedia Navarra en 1990 insistió de nuevo en las cifras del general Salas Larrazábal.
Entre ellos tres concejales: Saturio García Zaratiegui, Pedro Martinena Intxauspe y Cipriano Sola Ozcariz, todos del PSOE.
Fueron asesinados los alcaldes de Aibar, Javier Iziz Ribera (IR); Aoiz, Aurelio León Inda (IR) y Yesa, Santos Orduña Les (UGT).
[104] Fueron asesinados también los alcaldes de Buñuel, Alfonso Marquina Vicente (UGT); Cadreita, Emilio Sánchez Jiménez (UGT) y el exalcalde Benito Burgaleta Pérez; Caparroso, Juan Bozal Uriz (IR); Cascante, José Eleuterio Romano Ullate (IR); Castejón, Valentín Plaza Martín (PSOE); Corella, Antonio Moreno López, Fitero, Jacinto Yanguas Fernández, Valtierra, Moisés Bobadilla Navaz (IR) y Cintruénigo, el exalcalde Victoriano Navascués Chivite (IR).
Cuando en varias ocasiones llegaron los escuadrones con una lista preparada, las autoridades carlistas, los sacerdotes y los propios voluntarios de los frentes se negaron rotundamente a permitir los fusilamientos.
[105] Este episodio, aunque no responde a un acto represivo directo, impulsado desde mandos políticos o militares, sí constituye un ejemplo de impunidad, que llevó a un crimen espeluznante contra personas sin ningún tipo de relevancia política o social.
Al principio los vecinos ayudaron a la familia, pero en la medida en que la guerra hacía aumentar las necesidades, se les acusaba de realizar pequeños hurtos en los huertos.
En esos años surgió un fuerte movimiento político y asociativo que promovió la exhumación de numerosas fosas comunes.
Los restos óseos encontrados hasta ahora, presentaban a la altura de las rodillas una botella y en su interior datos personales del fallecido.
Sin embargo los corchos que las tapaban se han deteriorado en gran parte de ellas, habiéndose perdido la información.
En el 2008 las asociaciones consideran que pueden haber 30 o 40 fosas comunes en campos, simas y repartidas por la geografía foral sin ubicación concreta.
Las memorias del padre Gumersindo fueron redactadas en 1945, a partir de los diarios que había escrito durante la guerra y reescritas en 1950.
Allí, en la ciudad de Salto, permaneció unos meses hasta que en 1940 solicitó la secularización y se trasladó a Argentina.
En Argentina se ganó la vida como traductor y escribió un único libro, No me avergoncé del Evangelio (desde mi parroquia), que fue publicado en Buenos Aires por la editorial Periplo en 1958.