En la actualidad, pese a que España es una monarquía (según lo establecido en la Constitución de 1978), el republicanismo no ha desaparecido.
[1] En 1994 el historiador Demetrio Castro Alfín se refería a los orígenes del republicanismo en España como «complejos y un tanto nebulosos».
«Sin duda, los influjos intelectuales más concretos hay que verlos en la experiencia francesa de la Primera República (1792-1799)», aunque «suscitó actitudes ambivalentes... por cuanto vino a quedar hondamente marcada y aun identificada con los más cruentos episodios del Terror», añadía Castro Alfín.
Mayor importancia e impacto tuvo Bases d'une Constitution Politique (o Principios fundamentales de un sistema republicano) publicada en francés en 1832 por otro emigrado, el catalán Ramón Xaudaró y Fábregas.
[9][10][11] «La repercusión de estos escritos fue mínima, y nula a efectos prácticos inmediatos; aun así su existencia no es irrelevante en la trayectoria histórica del republicanismo.
[12] Tras la muerte de Fernando VII en 1833, se reanuda la revolución liberal que iba a poner fin al Antiguo Régimen en España.
[35][36] Un año antes había salido a la calle en Barcelona La Fraternidad el órgano de los seguidores catalanes del socialista utópico francés Etienne Cabet.
[38] Según Ángel Duarte, «el programa del partido, publicado en abril, es cualquier cosa menos republicano.
Se reconocen como datos axiomáticos la familia, la unidad nacional, la religión católica e incluso el trono de Isabel II.
Finalmente triunfó la propuesta de Castelar, apoyado por Eugenio García Ruiz y comenzaron las actividades conjuntas con los progresistas.
[86] Tras la caída de Pi y Margall la rebelión cantonal se extendió fuera de Cartagena porque muchos republicanos federales, no sólo los «intransigentes», pensaron que con Nicolás Salmerón al frente del gobierno sería imposible ni siquiera alcanzar la República Federal «desde arriba».
[94] En aquellos momentos el diputado constitucional Fernando León y Castillo ya había hecho llegar el resultado de la votación adverso para Castelar al general Pavía, que se encontraba al frente de sus tropas desplegadas por la capital.
Dos ayudantes suyos le entregaron una nota a Salmerón, presidente de las Cortes, que decía: «Desaloje el local».
Hubo disparos al aire en los pasillos para que los diputados aceleraran el abandono del hemiciclo.
Se trataba del Partido Republicano Democrático Federal con Francisco Pi y Margall (que en 1877 publicó Las nacionalidades)[110] y Estanislao Figueras al frente (este último rompió con Pi en 1881 y fundó el Partido Federal Orgánico, pero murió al año siguiente);[111] el Partido Republicano Progresista de Manuel Ruiz Zorrilla (antiguo jefe de Gobierno del reinado de Amadeo I que se había pasado al republicanismo),[112] al que se unió inicialmente Nicolás Salmerón, exiliado en París como Ruiz Zorrilla; y el Partido Republicano Posibilista de Emilio Castelar.
Todas terminaron con la detención de los civiles y los militares implicados que en su mayoría fueron deportados a islas africanas o al extranjero.
Ese mismo año la Conjunción se presentó a las elecciones consiguiendo 37 diputados, uno de ellos el secretario general del PSOE Pablo Iglesias (por primera vez un obrero ocupaba un escaño en las Cortes).
[167][163] Sin embargo, estas defecciones no debilitaron a la Alianza que en julio de 1929 decía contar con unos 200 000 afiliados.
Para dirigir la acción se formó un «comité revolucionario» integrado por Niceto Alcalá-Zamora, Miguel Maura, Alejandro Lerroux, Diego Martínez Barrio, Manuel Azaña, Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz, Santiago Casares Quiroga y Luis Nicolau d'Olwer, por los republicanos, e Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos y Francisco Largo Caballero, por los socialistas.
Los otros cuatro se escondieron o abandonaron España (Alejandro Lerroux, Marcelino Domingo, Manuel Azaña e Indalecio Prieto).
[196] Descartado Lerroux, fue elegido el antiguo presidente del Gobierno Provisional, Niceto Alcalá-Zamora, a pesar de la viva oposición que había manifestado sobre la forma como se había resuelto la cuestión religiosa en la Constitución y que le llevó a dimitir.
[203][204] Además, el programa de reformas que tenía pensado Azaña sería muy difícil aplicarlo con los socialistas fuera del gobierno.
En este ataque a Largo Caballero los comunistas contaban con el apoyo de la fracción socialista de Indalecio Prieto, que controlaba la dirección del PSOE, que como los comunistas querían eliminar del gobierno a las organizaciones sindicales, UGT y CNT, y reconstruir el Frente Popular.
Al día siguiente el órgano de la CNT Solidaridad Obrera declaraba en su editorial: «Se ha constituido un gobierno contrarrevolucionario».
Unas semanas después es el turno del ministro socialista Julián Zugazagoitia, también entregado por los nazis a las autoridades franquistas.
[315] Por otro lado, en 1944 se fundó en Francia la Unión de Intelectuales Españoles (UIE) que estaría presidida por Pablo Picasso, Victoria Kent y el general Emilio Herrera.
Dos meses antes había vuelto a publicarse la Gaceta Oficial de la República Española, un paso importante en la normalización institucional republicana.
[352] En febrero de 1959 las conversaciones mantenidas durante varios años por UR y IR para fusionarse, en las que también participó inicialmente el Partido Republicano Federal,[353] llegaron a buen término y así nació Acción Republicana Democrática, que en su congreso fundacional celebrado en París en junio de 1960 se acordó añadir el término Española por lo que su nombre definitivo sería Acción Republicana Democrática Española (ARDE).
Asúa residía en Buenos Aires y encargó la formación de gobierno a otro exiliado en la capital argentina, Claudio Sánchez Albornoz.
Este le reiteró su confianza a Sánchez Albornoz, pero al no conseguir formar un gobierno más representativo dimitió en febrero de 1971.