Sus fundamentos teóricos se encuentran en los principios del liberalismo doctrinario», ha señalado Ramón Villares.[7] Como ha destacado Carmelo Romero Salvador, durante la Restauración «la corrupción y el fraude electoral se convirtieron no en anécdotas esporádicas ni en aisladas excrecencias del sistema, sino en su esencia, en su raíz de ser».Había, pues, que desmilitarizar (civilizar) la vida política y despolitizar al Ejército.[33] El principal obstáculo que encontró Cánovas del Castillo para llevar adelante su proyecto no provino de la izquierda sino del Partido Moderado ―«la sección reaccionaria del partido alfonsino», lo llamó el embajador inglés Layard―[35] que quería volver a la situación anterior a la Revolución Gloriosa de 1868, como si nada hubiera pasado desde entonces.[59] Por otro lado, Cánovas no creía en la democracia y se opuso siempre al sufragio universal.En cuanto a los temas conflictivos se optó por una redacción ambigua, a determinar por las leyes que la desarrollaran, con lo cual se hacía posible que cada partido, conservador o liberal, pudiera gobernar con sus propios principios, sin necesidad por ello de alterar la Constitución.[90][91] «El rey no se atiene, para designar gobierno, a la opinión del cuerpo electoral manifestada en unas mayorías parlamentarias.Esto suponía, indudablemente, otorgar a la Corona un poder personal y extraordinario ―no absoluto, porque estaba limitado por la Constitución y las demás convenciones políticas―, pero estaba justificado, según Cánovas, por la falta de un electorado independiente de los gobiernos.[106] Como no tenían que buscar el respaldo de la opinión pública expresada en las elecciones para acceder al gobierno,[105] los dos partidos, conservador y liberal, siguieron siendo, como bajo el régimen isabelino, partidos de notables, es decir, seguirían dominados por unos pocos individuos que tenían una base electoral propia y estable y cuyo espacio de actuación fundamental era el Parlamento.[…] El rey tendría que atenerse a la opinión pública representada por los grandes partidos.Cánovas comunicó su decisión al líder liberal y este aceptó en una reunión que mantuvieron en la presidencia del Gobierno por mediación del general Martínez Campos y que sería conocida equivocadamente como el «Pacto de El Pardo».Dado, por otra parte, que la justicia también se hallaba mediatizada por el poder político, “la corrupción y el cohecho no t[uvieron] más freno que la moralidad individual”, como ha señalado Joaquín Romero Maura.[127] José Varela Ortega ha destacado que «fue el abandono por parte de los Liberales del principio, ‘’político’’, de soberanía nacional o popular lo que quitó carga ideológica al Partido Liberal y, en consecuencia, a todo el régimen.Un paralelismo que se fue acentuando con el tiempo en sus planteamientos esenciales hasta hacerse ambos inconfundibles en lo sustantivo».Esa oligarquía, cuya «plana mayor» eran los «primates» (los políticos profesionales radicados en Madrid, el centro del poder), se sustentaba en una amplia red de «caciques de primer, segundo o tercer grado diseminados por todo el territorio».Prácticamente todos los participantes en la encuesta-debate estuvieron de acuerdo con esta conclusión y su influencia llega hasta la actualidad.[143][144] Siguiendo esta línea interpretativa Feliciano Montero ha caracterizado al cacique como «el intermediario entre la Administración central y los ciudadanos», por lo que su influencia no se limita al periodo electoral ―aunque es entonces cuando se hace más escandalosa― sino que «es constante en la vida política del país».[146] Así pues, la clave del sistema caciquil «estaba en el control de la administración».[176] Un ejemplo de diputado cunero podría ser Joaquín Chapaprieta, nacido en Torrevieja (Alicante), que fue una vez diputado por Cieza (Murcia), otra por Loja (Granada), otra por Santa María de Órdenes (La Coruña) y dos por Noya (La Coruña).Se limitó a escribir un artículo para una revista local y un telegrama de agradecimiento: “Testimonio mi amor a la hermosa tierra gallega y gracias cordialísimas a los buenos correligionarios [del Partido Conservador] con quienes comparto el afecto y la admiración al hijo ilustre de Galicia que desempeña la cartera de Hacienda”.[182] El cronista parlamentario del diario conservador ABC Wenceslao Fernández Flórez escribió en 1916:[183][184] Carmelo Romero Salvador ha explicado así la aplicación tan extendida del artículo 29: «Dado que pasar por las urnas siempre suponía a partidos y candidatos, incluso cuando la elección estaba asegurada, molestias, gastos y una mayor dependencia de las peticiones personales y colectivas de los electores, llegar a acuerdos para evitar competencias entre ellos se convirtió en un objetivo altamente deseado».[…] Bastaba con que el gobernador civil ejerciera “convenientemente” sus atribuciones de superior jerárquico, para convertir a los alcaldes “en muñecos” al servicio del gobierno».[203] «Además de estas coacciones a particulares, la administración, como el mayor patrono del país que era, podía coaccionar directamente “al elemento oficial como alcaldes de barrio, serenos, consumeros y demás personajes que componían la llamada corte electoral”».[191][198][205] Sin embargo, en la inmensa mayoría de los colegios electorales el día de la votación no había violencias, ya que la «preparación del distrito» (manipulación del censo y autoridades locales) «hacía generalmente innecesarias las coacciones explícitas».[208] Varela Ortega cita un escrito regeneracionista que acertaba en el diagnóstico ―«¿De quién es la culpa?De todos: del gobierno que prostituye al cuerpo electoral y del cuerpo electoral que se deja prostituir»― y en el remedio ―«revivir la opinión; elegir diputados dignos»―.Pero he aquí, que para lograrlo, el caciquismo debía ser destruido movilizando la opinión y convirtiendo al electorado en la fuente del poder político.Los políticos restauradores nunca consiguieron resolver la contradicción en la que estaban atrapados; esto es, traer la democracia sin los peligros y molestias de la movilización.Pues éstos, que se encontraron dueños del campo político y sin competidores ni sistema caciquil, se volcaron en busca de la opinión, ganando en un día lo que no habían sido capaces de lograr en años».
Caricatura del presidente del Gobierno y líder del Partido Conservador,
Antonio Cánovas del Castillo
, revestido del armiño real, una acusación frecuente entre sus detractores: «el señor Cánovas reina y gobierna a la vez, por más que muestre más afición a lo primero que a lo segundo», afirmó un destacado dirigente liberal. Revista satírica
El Buñuelo
, 10 de febrero de 1881.
Francisco Romero Robledo
, un «
septembrista
» «arrepentido» que se sumó al proyecto
canovista
. Como ministro de la Gobernación destacó por sus «maniobras» electorales para conseguir una mayoría aplastante para el Gobierno de Cánovas, inaugurando así una de las características definitorias del régimen político de la Restauración: el
fraude electoral
.
Caricatura en
El Motín
representando a
Cánovas
y a
Sagasta
columpiándose en un tronco apoyado en las espaldas de una alegoría de España.
Caricatura que celebra el abandono del poder del
Partido Conservador
, con Cánovas al frente seguido de sus ministros (
los pájaros de la noche
). El pie de imagen dice: «Apenas se dibuja en el horizonte el sol de la libertad, los pájaros de la noche huyen despavoridos». Revista satírica
El Buñuelo
, 17 de febrero de 1881.
Caricatura de
El Motín
publicada en julio de 1881 con el título "La pollada nueva". Aparece el líder liberal
Sagasta
representado como una gallina clueca que pone los huevos y conduce a sus polluelos hacia el Congreso de los Diputados. Sagasta acababa de "fabricarse" una mayoría holgada en las Cortes tras haber sido nombrado presidente del gobierno, iniciando así el «
turno
» con los conservadores de
Cánovas
.
Caricatura de
Segismundo Moret
(líder liberal) y de
Antonio Maura
(líder conservador), titulada «Novedades teatrales: "los gemelos"» (Revista
Gedeón
, 1909). Critica la falta de pluralismo político como consecuencia del «turno», ya que los dos partidos
gemelos
defienden lo mismo.
«Mapa del caciquismo en España», de Moya (1897). Aparecen los principales diputados con arraigo por provincia, cuyo escaño no se negociaba en el encasillado, y que eran los grandes caciques del régimen político de la Restauración.
[
134
]
Caricatura satírica del
conde de Romanones
, fabricando «diputados provinciales a su imagen y semejanza» a partir de la «masa electoral», por
Moya
(
Gedeón
, 1911).
Caricatura de
El Motín
en forma de
auca
sobre la carrera política de
Francisco Romero Robledo
publicada el 28 de agosto de 1881, pocos meses después de la caída gobierno de
Cánovas
del que él era el «habilidoso» Ministro de la Gobernación. Uno de los pareados dice: "En timos electorales / deja a
Posada
en pañales".
Caricatura de
El Motín
titulada "Homenaje tributado al beato Práxedes por los candidatos a quienes salvó milagrosamente de la muerte electoral" (1881) y que muestra a varios diputados electos en procesión (bajo palio y con la
mitra
de obispo el republicano
Emilio Castelar
) tras el presidente del Gobierno
Sagasta
llevado en andas, quien en a su vez lleva en brazos al ministro de la Gobernación
Venancio González
que es quien en realidad ha obrado el
milagro
.
Mapa de las circunscripciones electorales de la provincia de Murcia. La particular conformación de la circunscripción de
Cartagena
, dividida en tres territorios aislados geográficamente, ha sido señalada por Ruiz Abellán (1991) como un caso de
gerrymandering
con el que se buscaba neutralizar el voto de Cartagena y las áreas mineras mediante la adición de votos rurales, más susceptibles al control del
establishment
político.
[
179
]
Portada del semanario satírico
Don Plácido
, de Cartagena, en 1914. En ella se muestra a un esqueleto votando sobre el subtítulo «Un elector de los que hay muchos», como denuncia del fraude electoral mediante los «lázaros» (falsos electores que votaban tomando el nombre de una persona fallecida que había sido inscrita en el censo de forma fraudulenta).
Caricatura de
La Campana de Gracia
(1880) titulada
Lo canonje... madrilenyo
('El canónigo... madrileño') en la que se denuncia el
pucherazo
. El prestidigitador es el ministro de la Gobernación
Francisco Romero Robledo
. El pie de imagen dice (en catalán): "
Caballeros y caballeras
... Aquí tienen ustedes estas urnas ¿no hay nada, es verdad? ¡Pues ahora verán como sin trampa y con un puñado de polvos
Cánovis trápalis
, salen de ellas unas diputaciones provinciales
conservadoras
".
Caricatura satírica sobre la «
revolución desde arriba
» del líder conservador
Antonio Maura
publicada en
Gedeón
en 1903 con el título «Espectáculo interesante». Representa la contradicción de la
revolución desde arriba
de Maura que pretendía democratizar el sistema pero recurriendo al sistema caciquil y al fraude electoral para conseguir la mayoría necesaria en las Cortes para aprobar la reforma.