La Fundación Emilio Herrera Linares es la responsable de conservar su archivo personal.
[2] Sus padres eran Rita Linares Salanava y el militar Emilio Herrera Ojeda.
Participa en ascensiones científicas (como la observación desde un aerostato de un eclipse solar en Burgos, en 1905) y deportivas (la competición Gordon Bennet, en 1906 o el Gran Prix de París, en el que quedó en segunda posición).
Es a partir de estos años cuando se centra en sus estudios en temas aeronáuticos y sus principios científicos, técnicos, comerciales o legales.
Durante la Primera Guerra Mundial, en la que España se mantiene neutral, participa como observador aéreo en distintos frentes.
Equipada con dirigibles del ingeniero e inventor Leonardo Torres Quevedo, la idea termina realizándose por una empresa de Alemania.
Participa en la construcción y el diseño del Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos, inaugurado en 1921.
En 1925 Herrera es nombrado representante oficial español en la Conferencia Internacional para el empleo del Esperanto en las Ciencias con otros importantes esperantistas como Leonardo Torres Quevedo y Vicente Inglada Ors.
De hecho, Alfonso XIII, en un honroso gesto, le liberó de su compromiso y le invitó a regresar a España y dar ese paso.
[8] Según refirió su ayudante, el piloto Antonio García Borrajo: "Cuando los norteamericanos le ofrecieron a Herrera trabajar para su programa espacial con un cheque sin limitaciones en ceros, él pidió que una bandera española republicana ondeara en la Luna,[15] pero le dijeron que sólo ondearía la de Estados Unidos".
Se mantiene fiel al gobierno republicano y en 1938 es uno de los pocos oficiales ascendido a general.
Por otro lado, su hijo Petere, milita activamente en el Partido Comunista y en 1938 es Premio Nacional de Literatura.
Aunque en un primer momento estuvo exiliado en Chile, poco después se dirigió a Francia, donde viviría en el exilio de manera humilde, debido a los cortos recursos económicos de que disponía.
En 1945 publicó un artículo, que fue rechazado, sobre el uso de la bomba atómica días antes del ataque nuclear sobre Hiroshima.
En 1967, año de su fallecimiento, Herrera se mostró partidario de una reconciliación nacional, y buscó el apoyo político y religioso para celebrar un referéndum en el que los españoles pudieran elegir libremente entre monarquía o república.
En 1993 sus restos mortales fueron trasladados al Cementerio de San José (Granada).
El premio más importante de los distintos que concede la Fundación Aena, dotado con 60 000 €, se entrega en su honor.
Producido por Atrevida Producciones y dirigido por Alberto Flechoso,[22] el documental fue adquirido por TVE para su emisión a lo largo de 2020.