El inventor alemán Johann Philipp Reis diseñó un transmisor de sonido rudimentario, que utilizaba una tira metálica unida a una membrana vibrante y producía una corriente intermitente.
En 1876 Alexander Graham Bell inventó el teléfono y por primera vez incluyó un micrófono funcional que usaba un electroimán.
Este dispositivo era conocido como 'transmisor líquido', con el diafragma conectado a una varilla conductora en una solución de ácido.
Durante la segunda mitad del siglo XX el desarrollo en tecnología de micrófonos avanzó rápidamente, cuando los Hermanos Shure lanzaron al mercado los modelos SM58 y SM57.
En algunos lugares también recibe el nombre de «pastilla», aunque generalmente este término se refiere al dispositivo que capta las vibraciones en los instrumentos como, por ejemplo, en una guitarra eléctrica.
El AKG D 112, por ejemplo, está diseñado para responder a los sonidos graves en lugar de los agudos.
Los materiales utilizados en la cinta se han modernizado, incluyendo nuevos nanomateriales, lo que ha permitido hacer estos micrófonos más fiables, e incluso mejorar su rango dinámico efectivo en las frecuencias bajas.
Estos repetidores trabajan mecánicamente, acoplando un receptor telefónico magnético al micrófono de carbono: la débil señal del receptor era transferida al micrófono, donde era modulada en una fuerte corriente eléctrica, produciendo a su vez una fuerte señal eléctrica para enviar por la línea.
Además, no son influidos por campos eléctricos, magnéticos, electrostáticos o radiactivos (esto se llama inmunidad EMI/RFI).
Han demostrado ser especialmente útiles en aplicaciones médicas, permitiendo que puedan comunicarse con normalidad los radiólogos, el personal y los pacientes situados dentro del potente campo magnético y del ambiente ruidoso en las salas con equipos de resonancia magnética, así como en las salas de control a distancia.
Se trata de un desarrollo experimental; puesto que requiere un láser extremadamente estable y ópticas muy precisas.
La famosa primera conversación telefónica entre Bell y Watson se llevó a cabo utilizando un micrófono líquido.
Los principales fabricantes que producen micrófonos MEMS de silicio son Wolfson Microelectrónica (WM7xxx) ahora Cirrus Logic,[29] Analog Devices,[30] Akustica (AKU200x), Infineon (producto SMM310), Knowles Electronics, MemsTech (MSMx), NXP Semiconductors (división comprada por Knowles[31]), Sonion MEMS, Vesper, Tecnologías acústicas AAC[32] y Omron.
Con menos frecuencia, los micrófonos en sí mismos se pueden utilizar como altavoces, casi siempre para reproducir sonidos agudos.
Otros patrones polares se generan al crear una cápsula que combina estos dos efectos de diferentes maneras.
La respuesta de un micrófono omnidireccional (o no direccional) se considera generalmente que es una esfera perfecta en tres dimensiones.
Por lo tanto, el micrófono de diámetro más pequeño da las mejores características omnidireccionales a altas frecuencias.
Un micrófono supercardioide es similar a uno hiper-cardioide, excepto en que posee una mayor sensibilidad frontal y una trasera todavía menor.
El cordón de solapa puede ocultarse en la ropa y conectarse a un transmisor de radiofrecuencia guardado en un bolsillo o sujetarse a una correa (para uso móvil), o puede pasar directamente al mezclador (para aplicaciones en las que permanecen en el mismo sitio).
Algunos micrófonos de solapa utilizan un conector patentado para conectarse a un transmisor inalámbrico, como un radio pack.
En micrófonos pasivos, este valor describe la resistencia eléctrica de la bobina del imán (o mecanismo similar).
Aunque para aplicaciones científicas son deseables micrófonos con una respuesta lo más uniforme posible, este no suele ser el caso para la grabación de música, ya que la respuesta no uniforme de un micrófono puede producir una coloración deseable del sonido.
Esto se interpreta como un gráfico casi plano, lineal, entre las frecuencias establecidas, con variaciones en la amplitud no supriores ni inferiores en 3 dB.
Téngase en cuenta que valores declarados comúnmente como «20 Hz-20 kHz» no tienen sentido sin una medida de la tolerancia en decibelios.
Algunos micrófonos están diseñados para probar altavoces, medir niveles de ruido y cuantificar una experiencia acústica.
Dado que esto puede cambiar en la vida útil del dispositivo, es necesario utilizar micrófonos de medición calibrados con regularidad.
Los protectores antiviento o antiestallido acústico proporcionan un método para reducir el efecto del viento en los micrófonos.
El material de protección utilizado —tela metálica, tela o espuma— está diseñado para tener una impedancia acústica significativa.
Históricamente, el pelaje o pelo artificial ha demostrado ser muy útil para este fin, ya que sus fibras producen microturbulencias y absorben energía en silencio.
Sin embargo, también debería indicarse la transparencia acústica, particularmente a alta frecuencia, ya que un nivel muy alto de atenuación del viento podría asociarse con un sonido ensordecido o débil.