Quiso ser marino, pero su dificultad para entender las matemáticas lo llevó a inclinarse por el derecho.
Cursó los estudios en la Universidad de Valencia y durante esos años perteneció a la tuna.
Si su pluma es certera, no lo es menos su oratoria, capaz de enardecer al auditorio y entusiasmar a las gentes insuflándoles grandes sueños.
Blasco Ibáñez se ve en la necesidad moral de denunciar los abusos y contribuir al progreso del pueblo.
[cita requerida] «En Valencia no se puede salir a la calle sin el permiso del señor Blasco Ibáñez y de sus amigos», truena un diputado carlista...[cita requerida] Una cosa es cierta: Blasco vive intensamente la política, se patea los barrios de la ciudad y los pueblos de la provincia dando mítines, escribe diariamente en el periódico, es elegido diputado a Cortes en siete legislaturas.
En él escribió cerca de mil artículos, e incontables gacetillas o crónicas sin firma.
[6] Al mismo tiempo organizó y lideró en Valencia un movimiento de masas, al estilo de los que comenzaban a implantarse en Europa, cuyas bases eran el nuevo proletariado industrial y el antiguo artesanado —lo que se comenzaba a llamar las clases trabajadoras.
Además los casinos desplegaban una actividad cultural muy variada y de enorme vitalidad, «con una especial sensibilidad ante todo lo concerniente a los derechos humanos».
[11] Durante su estancia en Italia, la nostalgia de su tierra le hizo abocarse a una incesante labor literaria.
Se podría decir que la política blasquista parte de la realidad descrita en las novelas y sobre ella pretende construir la verdadera historia».
[12] También durante esos años inicia la tarea editorial, fundando con su amigo Francisco Sempere la editorial Prometeo, que publica a precios asequibles no solo sus obras, sino las de autores clásicos y contemporáneos como Aristófanes, Shakespeare, Quevedo, Maupassant, Zola, Gorki, Tolstoi, Dostoievski, Dumas, Hugo, Poe, London, Conan Doyle, Voltaire, Kropotkin, Nietzsche, Darwin o Marx.
Conoce también a Rodrigo Soriano, periodista de El Imparcial, que se convertirá primero en un gran amigo y, posteriormente, en su peor enemigo.
En su estancia en la capital descubre la vida mundana de las tertulias, los salones, las noches galantes, la ópera y el teatro.
Y conoce a la esposa del embajador de Chile, con la que mantendrá una larga relación amorosa.
Después de pasar por Chile, donde ofreció conferencias en Santiago, Talca y Concepción, regresó a Madrid para escribir Argentina y sus grandezas, que no se volvió a editar desde que se agotó la primera edición.
Enardecido por una curiosidad insaciable, Blasco no descansó hasta recorrerlo todo para dejar viva impresión de ello en su libro.
Al mismo tiempo comienza a escribir la novela que le hará famoso en el mundo entero y definitivamente rico: Los cuatro jinetes del Apocalipsis.
En Europa la novela Los cuatro jinetes del Apocalipsis pasó desapercibida, desplazada por Sin novedad en el frente, de Erich María Remarque, pero en Estados Unidos obtuvo un enorme éxito, con más de doscientos mil ejemplares vendidos en solo un año.
Se vendían ceniceros, corbatas, pisapapeles, con motivos alusivos a la novela, y todo el mundo quería conocer al autor».
Pond, cuyo abuelo había organizado la gira de Charles Dickens por Estados Unidos que le hizo rico.
Gana mucho dinero con las conferencias y una cadena de prensa le contrata por mil dólares el artículo, una cifra nunca pagada hasta entonces —al volver se comprará un coche Rolls Royce—.
Pasa por Valencia donde el entusiasmo popular se desborda, sus correligionarios le ofrecen un espectacular homenaje y el Ayuntamiento le dedica la calle en que nació y organiza una cabalgata con carrozas alegóricas que reproducen escenas de sus novelas.
En Valencia ningún personaje público ha tenido el arrastre que tuvo Blasco, nadie ha podido suplantarle en la memoria popular».
[26] Una nación secuestrada, «un libelo en toda regla» según Ramiro Reig, tuvo un enorme impacto y Primo de Rivera cometió el error de entablar un proceso legal por injurias a Alfonso XIII ante los tribunales franceses, lo que amplificó el escándalo y provocó la solidaridad del gobierno y de la Asamblea Nacional, que recordó el apoyo que había dado Blasco a Francia durante la Primera Guerra Mundial.
Tuvieron cuatro hijos: Mario, Julio César (fallecido a los veinticuatro años de edad), Sigfrido y Libertad.
En 1953 se publica por fin esta novela por medio de la editorial Planeta pero debido a la fuerte censura franquista la obra resulto muy mutilada.
Ya en 1977 se publica íntegramente en la mencionada editorial Aguilar y cuenta con un prologo escrito por Doña Libertad.
En marzo de 1987, unas crónicas periodísticas bajo el título genérico Desde Toledo preanuncian su novela toledana, que vería la luz seis meses después (1903).
Tuvieron gran éxito Los cuatro jinetes del Apocalipsis, una superproducción de Rex Ingram estrenada en 1921, que convirtió a Rodolfo Valentino en estrella, junto a Nita Naldi (Vincente Minnelli realizó otra versión en 1962); Sangre y arena (1922) de Fred Niblo, que consolida a Valentino como astro cinematográfico en todo el mundo, que tuvo una nueva versión con el mismo título dirigida por Rouben Mamoulian en 1941 con Tyrone Power, Linda Darnell, Rita Hayworth y Anthony Quinn; y Mare nostrum (1926) de Rex Ingram, con Antonio Moreno y Alice Terry en un papel de espía predecesor del de Greta Garbo en la película Mata Hari.
En 1962, Hollywood vuelve a presentar Los cuatro jinetes del Apocalipsis que resulta en un sonoro fracaso de taquilla.