En 1901 entra en el mundo de la política parlamentaria tras resultar elegido diputado por Valencia.La forma de actuar del gobierno durante la descolonización española radicalizó sus planteamientos políticos.Abandonó principios inspirados en una educación clásica burguesa y se pasó al partido republicano.Poco después se trasladó a Valencia y entró en la redacción de El Pueblo, periódico financiado por Soriano que dirigía Vicente Blasco Ibáñez.En el Parlamento, como en la prensa, Rodrigo Soriano se distinguió por su temible acometividad, lo que le propició una inmensa popularidad en los tiempos de la Unión Republicana, en el contexto de la Restauración, pero también le ocasionó serios disgustos y crudos enfrentamientos.La moderación de su discurso no impidió que se le abrieran varios frentes, tanto periodísticos como políticos.Soriano había decidido escindirse del PURA para incorporarse al Partido Republicano Radical que acababa de fundar Lerroux.Entre otras, la iniciativa que propugnaba Soriano tratando de asentar en Valencia un movimiento semejante al de Solidaritat Catalana, idea a la que frontalmente se oponían Lerroux y Blasco Ibáñez.Desde aquel frente electoral, que agrupaba al PSOE con otros partidos republicanos, se pretendía incluso el derrocamiento de la monarquía española (Rodrigo Soriano manifestó contar para ello con el apoyo de ciertos sectores del ejército).La alianza electoral resultó propicia para que Pablo Iglesias, por primera vez, obtuviera acta de diputado en las Cortes españolas.Rodrigo Soriano llegó a tener incidentes con tres importantes militares en la historia de España: los generales Valeriano Weyler y Arsenio Linares Pombo, y con el entonces coronel Miguel Primo de Rivera.El duelo se consumó en Madrid, en la casa y jardín del maestro de armas C. León Broutin.José Sánchez-Guerra llegó a dimitir como ministro para retarse con Soriano sin que su acto salpicase al gobierno.La Correspondencia Militar publicó la reacción de Soriano ante este hecho: «No es nada, señores.Tras abandonar Fuerteventura fijó su residencia en París y después se exiliaría en el Uruguay (1927-1931).Allí coincidiría con Mercedes Pinto, escritora canaria, con quien fundó la Asociación Republicana Española en Montevideo.Amigo de Natalio Botana, importante editor uruguayo, colaboró por entonces en el diario bonaerense Crítica.Muchos correligionarios y simpatizantes suyos se dieron cita en el puerto de Barcelona para darle la bienvenida.Lettre du 11 octobre (1911); Darío de Regoyos (1921); Ayer, hoy y mañana (1923); San Lenin y su segunda parte: El cielo de San Lenín (1927); ¡ Guerra, guerra al infiel marroquí!A propósito del libro Darío de Regoyos, Miguel de Unamuno escribió en El Liberal un artículo laudatorio para su autor: El poeta mexicano Amado Nervo le dedicó unas palabras.Dijo que tras haber escuchado a los políticos españoles el que más le sorprendió fue Rodrigo Soriano: «vale un potosí como orador parlamentario, por su habilidad para desconcertar al adversario con divertidísimas interrupciones».En la página 145 de su libro ¡Guerra, guerra al infiel marroquí!, publicado en 1929, cuenta Soriano que su abuelo había heredado un título de José María de Murga y Mugartegui («el moro vizcaíno»), nacido en Bilbao, muerto en 1876, y no lo quiso; «mi padre, con más razón, hizo lo propio; en cuanto a mi, me han sobrado mil razones para seguir sus huellas y su ejemplo».De sus propias palabras se desprende la gran influencia que sobre él ejerciera su progenitor, Benito Soriano, persona culta y de reconocido prestigio artístico quien no parecía mostrar apego por las riquezas materiales.Rodrigo Soriano salió a recibirlos acompañado por un joven político, Salvador Allende, por entonces ministro de Salubridad, Previsión y Asistencia Social.Asistieron a su sepelio cientos de españoles residentes en el país andino, el presidente de la república Gabriel González Videla, y numerosas personalidades del ámbito político e intelectual.