Participó como actor protagonista en la segunda película sonora del cine español, El misterio de la Puerta del Sol (1930).
A partir de la llegada del cine sonoro, su presencia ante la cámara se espació, si bien aún participaría en películas con cierto renombre como Nobleza baturra (1935), de Florián Rey.
Su trayectoria como director destacó especialmente en la década que siguió al fin de la guerra civil española, cuando se convirtió en uno de los cineastas más prolíficos del momento y también uno de los favoritos del público.
Así, se especializó en dramas históricos que exaltaban los valores patrióticos de la España imperial y que disfrutaron del favor del público.
[1] La evolución en los gustos del público le llevaría a lo largo de los cincuenta a un nuevo giro en la temática de su cine y cerró la década rodando El último cuplé (1957), exitoso vehículo para el lucimiento de Sara Montiel.