A diferencia de la primera, Fútbol, amor y toros, sí se pudo encontrar una copia.
[2] Esta película nació a raíz del encuentro entre el director Francisco Elías y el inventor estadounidense Lee DeForest.
Elías, al regresar a España desde Estados Unidos, decidió realizar una película que mezclara escenas mudas y sonoras.
[5] El principal problema fue que las salas de cine no estaban preparadas a nivel técnico para el sistema Phonofilm y el filme solo tuvo una única proyección.
Ramón Rubio, presente en la reunión explica: En 1995, por fin accedió a venderlo y se emprendió la restauración una vez la Filmoteca Española hizo pública la adquisición.