Manuel Fernández y González

Sugestionado por la lectura del novelista romántico escocés Walter Scott, escribió su primera narración corta, El Doncel de Don Pedro de Castilla (1838) como folletín del periódico local La Alhambra, y el drama histórico El bastardo y el rey, que fue estrenado también en la capital del Darro; su éxito le marcó ya la senda que había de seguir: la literatura, y, ya licenciado, marchó a Madrid; allí su carácter altanero le valió no pocas críticas, de las cuales se vengó en el periódico satírico El Diablo con Antiparras.Esta literatura recibió críticas negativas de Leopoldo Alas "Clarín" o Luis Carreras.Algunos de los últimos fueron Tomás Luceño y Vicente Blasco Ibáñez, a quien además habría empleado como negro literario, entre otros.Allí subsistió publicando también folletines en diarios locales y ejerciendo de traductor.Entonces estalló la Revolución de 1868 y se exilió Isabel II, amiga suya, a la que recibió el escritor.Fundó en comandita con los folletinistas Ramón Ortega y Frías y Torcuato Tárrago y Mateos El Periódico para Todos, en el que también colaboró Enrique Pérez Escrich, donde todos estos autores, los más diestros del género, publicaban novelas por entregas; allí apareció su El rey del puñal (1884-1885), pero ni su fama ni su talento creador eran ya los de antes; fue perdiendo la vista y murió en Madrid el 6 de enero de 1888, en la mayor pobreza, habiendo dilapidado las auténticas fortunas que ganó con su trabajo literario.También se acercó más ocasionalmente a la novela criminal o de crímenes (Los grandes infames, 1863) y al tema fantástico.Como autor dramático estrenó la primera de sus piezas ya con diecinueve años, El bastardo y el rey (1841), hasta completar una treintena en los géneros más populares también: drama sentimental (Volver por el tejado, 1846; Tanto por ciento o La capa roja, 1847; Traición con traición se paga, 1847; Un duelo a tiempo, 1851; Don Luis Osorio o Vivir por arte del diablo, 1853; Entre el cielo y la tierra, 1858; Padre y rey, 1860; Don Álvaro) e histórico (Cid Rodrigo de Vivar, 1862; La muerte de Cisneros, 1875; Los amores de Inesilla.
Caricaturizado por Cilla en Madrid Cómico (1880)
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