Prim no tenía ninguna preparación militar ni procedía de la nobleza, por lo que sus comienzos en la milicia empezaron en los primeros peldaños.Al frente de una compañía tomó Vilamajor del Vallés, localidad defendida por fuerzas carlistas superiores y donde resultó herido.Seguidamente asaltó Solsona y logró escalar personalmente el fuerte abriendo las puertas, acción por la que fue ascendido a comandante.En 1840 Prim se adhirió a estos últimos, que estaban dirigidos por José María Calatrava y Juan Álvarez Mendizábal.Según el historiador Josep M. Fradera en esta decisión, en un momento en que sus ideas políticas no estaban bien definidas, "pesó mucho su entorno local originario.No obstante, Prim fue nombrado brigadier por Francisco Serrano, que en Barcelona había asumido la cartera de Guerra.Prim se enfrentó a la multitud pero tuvo que huir de la ciudad condal para recomponer sus tropas en los alrededores, mientras que otras ciudades catalanas como Sabadell, Gerona, Figueras y su ciudad natal Reus se sumaban a la insurrección —fuera de Cataluña también Zaragoza—.En los meses siguientes fue tomando una a una las ciudades sublevadas: Gerona; Figueras, que no capituló hasta principios de 1844; y su ciudad Reus.Narváez dimitió por desacuerdos con el rey consorte y tras un breve gobierno de Istúriz se formó el gobierno de Joaquín Francisco Pacheco, que concedió una amnistía que le permitió a Prim volver a España en 1847.Prim justificó la invasión como una media indispensable para proteger a Puerto Rico del contagio francés de la Martinica.Pero el temido contagio se produjo y los dos líderes esclavos que supuestamente estaban preparando una sublevación en las plantaciones azucareras puertorriqueñas fueron fusilados para que sirvieran de escarmiento y el resto de los conjurados recibieron cien azotes.Cuando el ministerio de Juan Bravo Murillo disolvió las Cortes y empezó a gobernar por decreto hubo ciertos movimientos militares; por ello el gobierno, que consideraba sospechoso a Prim, expuso la conveniencia de que saliera del país por algún tiempo.La pena la cumplió en Alicante y le fue conmutada por destierro en la ciudad bajo palabra de no intentar escapar.No pudo tomar posesión, y pasados los seis meses el gobierno le concedió licencia para trasladarse a Vichy, en Francia.«De un plumazo barrió a los viejos adversarios, así como las antiguas reticencias, y se convirtió en el catalán más popular del siglo».Estaba en la cumbre, era un héroe popular en el sentido más estricto, había recuperado la relación con sus paisanos».Poco después el gobierno nombró a Prim director del Cuerpo de Ingenieros.Aceptadas las excusas que se le ofrecieron por no esperarle, llegó a Veracruz en enero de 1862.Al cabo de unos dos meses Prim se entrevistó con su pariente político, el ministro Echevarría, y le exigió libre paso a Orizaba, consiguiendo su objetivo.La lucha se desarrolló por Madrid pero el gobierno obtuvo la victoria al anochecer del 22 de junio.Prim tuvo que dejar Suiza, y tras circular por algunos países de Europa, acabó residiendo en Londres.Este último defendía un cambio dinástico y la candidatura del duque de Montpensier, pero consultado Prim si los progresistas le aceptarían, la respuesta fue negativa.Finalmente Prim cedió a la presiones, se sacó la gorra y acabó gritando en catalán «¡Abajo los Borbones!».El nombramiento de Serrano como regente, sin poder efectivo, eliminó su más directo rival.El proyecto, que hubiera saneado la Hacienda, encontró fuerte oposición y nunca se llevó a cabo.[35] Ese día en el Congreso se votaba la dotación económica de la nueva Casa Real.[42] Al llegar a unos metros de la esquina con la calle Alcalá, el carruaje se detuvo con un brusco frenazo.Al llegar a palacio los dos heridos descendieron de la berlina, ayudados por Moya y el cochero.Al encontrarse con su esposa forzó un gesto tranquilizador para decirle que sus heridas no revestían gravedad.Aun cuando las heridas no eran demasiado graves, el hecho de que se infectaran le provocaría la muerte tres días después.
Grabado del general Prim realizado por August Weger hacia 1850.
El general Prim en la guerra de África
(1865), obra de
Francisco Sans Cabot
(Palacio de la Capitanía General, Barcelona). La figura de Prim en la guerra de África llegó a ser imagen tópica del reinado de Isabel II. En
La corte de los milagros
escribió
Ramón del Valle-Inclán
: «El General Prim caracoleaba en su caballo de naipes en todos los baratillos de estampas litográficas. Teatral Santiago Matamoros, atropella infieles tremolando la jaleada enseña de Castillejos:
—¡Soldados, viva la Reina!».