Dos años más tarde se fundieron con una asociación similar de orientación republicana federal.
Desde entonces, se convirtió en la principal referencia de los republicanos que defendían los medios insurreccionales para derribar la monarquía.
Por otra parte, en las mismas fechas hubo iniciativas similares en otros núcleos del Ejército, como la que organizó el coronel Arolas.
Al menos, así lo denunció años más tarde el secretario de la agrupación, Miguel Pérez Siffler.
Era un rasgo corporativo que chocaba con sus aspiraciones de cambio político para instaurar la democracia por la fuerza.
Solo por unos meses el mariscal de campo Félix Ferrer dirigió la asociación, con Villacampa como vicepresidente.
Los oficiales, sin embargo, rechazaron realizar una acción conjunta con paisanos, de modo que los planes se suspendieron durante unos meses.
Aunque algunas fuentes han dado por buenas las cifras de afiliados que calculaba en ese momento el republicano García Ladevese (unos 1500), las listas de asociados muestran que para entonces existía un número superior a los 2000 inscritos.
No logró, en cambio, hacerles llegar las listas de afiliados, que guardaba el propio Zorrilla.
La Asociación Republicana Militar pasó a llamarse Asociación Revolucionaria Militar y reflejaba, en el ámbito del Ejército, la unión política que poco más tarde se produjo entre las diferentes fuerzas republicanas para oponerse a la monarquía.
Se indicó en primer lugar el 25 de agosto y debía estallar en Madrid, Ferrol, La Coruña, Valladolid, Barcelona, Santander, entre otras plazas.
Generales como Mariné y Moreno del Cristo se trasladaron a distintos puntos.
Las dilaciones facilitaron que el Gobierno cogiera el hilo de la conspiración y la precipitara para hacerla fracasar.
Algunas fuentes indican, sin embargo, que la jefatura militar, si el movimiento estallaba con fuerza suficiente, le correspondía al general Salamanca.
En los años siguientes, las intentonas insurreccionales del republicanismo no dejaron de declinar.
Aunque la ARM formalmente no desapareció, fue descomponiéndose y sus listas pasaron a convertirse en una guía orientativa para dirigentes como García Ladevese, José María Esquerdo o Alejandro Lerroux.