[5] Sin embargo, existe debate sobre si la finalidad de esta rebelión era realmente la independencia o una revolución del orden social virreinal.
En este contexto, surgieron las primeras rebeliones autónomas en el Perú, influenciadas por la revolución rioplatense, que provocaron múltiples levantamientos en Tacna, Huánuco, Huamanga, Cuzco, Apurímac y otras regiones.
Sin embargo, el estallido de la guerra hispano-sudamericana en 1865-66, que enfrentó a España y varios países sudamericanos, interrumpió los acuerdos hasta la firma del armisticio en 1871.
[11] Hoy en día, el país sigue trabajando por construir una sociedad verdaderamente democrática, donde se garanticen y respeten plenamente los derechos de todos los peruanos.
Debido a esto, el Perú se mantuvo fuertemente realista y participó en las reformas políticas implementadas por las Cortes de Cádiz.
Las Cortes españolas defendían los derechos de Fernando VII pero como un rey subordinado a ella, lo mismo que las juntas americanas.
No reconocían a Fernando VII ningún poder superior, le consideraban poco más que un funcionario despojado de soberanía.
La restauración de Fernando VII en la península ibérica mediante un golpe absolutista, significó la vuelta al Antiguo Régimen, pero más radicalizado hacía una tiranía personal.
Los realistas fueron confinados en sus cuarteles, pero estos aprovecharon la situación para hacer volar el polvorín; enfurecidos, los independentistas paceños les dieron muerte.
Para reconquistar La Paz, marchó desde Oruro un regimiento realista de milicianos cuzqueños, con 1500 fusileros al mando del general español Juan Ramírez Orozco.
La Corona tenía la política del escarmiento público como un mecanismo para intimidar a la población y evitar futuros alzamientos.
Brown regresó a Buenos Aires en 1818, perseguidos por la marina española en el Pacífico, gran parte de su flota se perdió o capturada durante la navegación.
Para atraer a la aristocracia peruana, sobre todo la limeña y la trujillana, San Martín les ofreció establecer un reino independiente en el Perú, cuyo trono sería ocupado por un miembro de la casa real española u otra europea, sin cambiar las estructuras sociales, incluso manteniendo al mismo ejército realista.
Dicha opinión no la cambiaría nunca, porque estaba convencido de su aplicabilidad, ya que todos los países europeos se regían por monarquías normalmente en ese entonces.
Pezuela creyó que el cambio político en la península ibérica podría ayudar de algún modo a lograr un acuerdo con San Martín y los patriotas.
Por su parte, San Martín estaba acompañado por el general Juan Gregorio de Las Heras, Mariano Necochea y James Paroissien.
Mucho había pesado, en todo caso, la mala conciencia» Por su parte, sobre lo mismo, Basil Hall, dice: «Era inconcebible que tanta gente pudiera estar encerrada tan largo tiempo sin tentarse siquiera una vez a curiosear, especialmente cuando el peligro no era inminente o cierto».
Reforzó sus posiciones en Jauja y Huancayo, puntos desde donde planeó hostigar a Lima, pero esta operación no era fácil, por la resistencia que oponían los peruanos andinos.
Como en los castillos del Callao permanecía una guarnición española apostada con gran cantidad de armamentos, el virrey planeó hacer una incursión allí.
En primer término, ganar tiempo iba a su favor, ya que el poder virreinal perdía legitimidad por las controversias entre liberales y absolutistas del gobierno peninsular.
Sin ella no quiero nada; la presencia de uno sólo en el mando me ofrece la imagen odiada del Rey».
La Suprema Junta de Gobierno organizó una expedición militar contra los españoles que todavía dominaban el sur del Perú.
Cuando a fines de diciembre Alvarado desembarcó en Arica y avanzó sobre Moquegua se encontró con las fuerzas realistas que ocupaban mejores posiciones.
Allí recibieron noticias de que el general Pedro Antonio Olañeta había llegado desde Potosí a incorporarse al ejército del virrey.
El ejército realista, al mando de José Ramón Rodil, aprovechando que las tropas se encontraban lejos, tomó Lima.
Riva Agüero no acató tal disposición congresal y se embarcó a Trujillo (norte del Perú) con parte de las autoridades.
Bolívar, ya recuperado de su enfermedad, inició los preparativos para la campaña militar definitiva contra los españoles, al frente del Ejército Libertador.
La Serna se vio obligado a enviar al general Valdés contra Olañeta, produciéndose el enfrentamiento de la mitad del ejército realista entre sí.
Dispuestos a entablar la batalla definitiva, los realistas ocuparon las faldas del cerro Condorcunca y los patriotas se desplegaron en la Pampa de la Quinua.
Otro rubro era la deuda con Inglaterra, contraída también durante el proceso de la independencia y que al permanecer impaga había crecido excesivamente, por los intereses acumulados.