Expedición corsaria de Brown al Pacífico

Algunos emigrados chilenos en Buenos Aires, tales como el presbítero Julián Uribe, sugirieron al gobierno que lanzara los barcos en una expedición corsaria a las costas del Pacífico contra civiles, sin empeñarlos en una guerra naval regular contra militares.

[1]​ El director supremo cambió luego de parecer y los aprestos se suspendieron.

Exiliados chilenos encabezados por Uribe obtuvieron recursos y adquirieron la goleta estadounidense Constitución, logrando reactivar la expedición como una empresa privada apoyada por el gobierno.

También se pensaba desembarcar en algunos puertos para intentar sublevar a sus habitantes, en donde se leería una proclama del supremo director de las Provincias Unidas del Río de la Plata que los invitaba a sublevarse.

Se pensaba también en apoderarse por sorpresa del presidio de las islas Juan Fernández, para liberar a los patriotas prisioneros allí.

San Martín propuso que los barcos entraran en comunicación con el guerrillero chileno Juan Pablo Ramírez, mediante un código de señales, pero este no llegó a tiempo.

La escuadrilla debía reunirse en la isla Mocha, en las costas de la Araucanía, en donde descansarían y ajustarían los detalles.

El oficial español que llevaba la noticia, capitán José Manuel Leaniz, informó al día siguiente haber reconocido en la isla Mocha a uno de los buques que se habían estado aprestando.

Por medio de un lanchón dio aviso al virrey del Perú en Lima.

Después de esperar insfructuosamente unos días a la Constitución en la isla Mocha, los corsarios zarparon.

La Hércules se dirigió al archipiélago Juan Fernández para intentar liberar a los prisioneros patriotas del presidio.

El 11 de enero apresaron al bergantín San Pablo, que había partido del Callao, al cual convirtieron en pontón para depositar víveres y prisioneros y para alojar a los enfermos de escorbuto.

En ella era conducido prisionero al Callao el teniente coronel Vicente Vanegas, oficial del Ejército Republicano de Nueva Granada, quien se sumó a la expedición.

Un pequeño pailebot que se dirigía a los puertos intermedios también fue capturado y ambos barcos fueron armados para aumentar la expedición.

Destacó una goleta en la isla de San Gallán y un falucho a sotavento del Callao para que rápidamente pudieran dar aviso a los barcos que se acercasen sin saber la presencia de corsarios.

Los corsarios liberaron a los prisioneros en isla de San Lorenzo y continuaron los días siguientes en la bahía del puerto repitiendo las alarmas.

Prepararon luego un ataque dirigido por el capitán Chitty, que también cuenta la relación realista: Los corsarios tuvieron en el combate contra las tropas del Regimiento de Extremadura, que llegaba al Perú, 25 muertos y 6 heridos.

Brown hizo bajar a tierra al capitán de la fragata Consecuencia, que tenía prisionero, para exigir garantías para él y sus hombres que quedarían prisioneros, amenazando con un sangriento ataque de los demás barcos corsarios si fueran asesinados.

Tras una dura negociación, los otros corsarios lograron el día 17 de febrero canjear a Brown por la fragata Candelaria, tres bergantines y cinco cajones de correspondencia que transportaba la fragata Consecuencia.

El virrey Abascal reprobó la transacción expresando en su relación de gobierno: Los corsarios se dirigieron a las islas Galápagos.

En una ocasión se batió a duelo con un sargento mayor, lo que luego le produciría graves problemas legales.

En ese momento los oficiales de la goleta, inducidos por la tripulación, decidieron desobedecer a Bouchard y cambiaron el rumbo hacia las islas Galápagos.

Su post data expresaba: Sabiendo que una escuadra realista había partido del Callao en su búsqueda, Brown hizo levantar en tierra una batería de 6 cañones.

Mientras reparaban a la Halcón, el barco se volcó y debió ser abandonado.

Algunos patriotas neogranadinos que huían de las tropas realistas no llegaron a tiempo para escaparse en la Hércules.

Para no caer en manos portuguesas, continuó viaje hacia el norte con destino a la isla de Barbados.

Efectivamente, si bien la Alta Corte del Almirantazgo Británico en Londres revocó finalmente la sentencia, tanto el buque como su equipo militar, su botín (mercurio, sedas, lencería, oro, etc.) y los efectos personales de sus tripulantes jamás fueron devueltos.

Mapa histórico del Callao (1888).