En 1811 regresó a San Juan, donde fue un miembro destacado del cabildo, siendo electo regidor al año siguiente y alcalde de primer voto para el año 1815.
También mejoró los caminos (especialmente los que iban a Mendoza), dispuso la apertura de calles, urbanizó la ciudad de San Juan, mejoró los servicios hospitalarios y policiales y fundó una escuela llamada “Escuela de la Patria”, destinada a las primeras letras.
La pena no se cumplió y fue cambiada por el destierro.
Posteriormente ejerció cargos judiciales en Perú, donde se estableció el resto de su vida.
Sus hermanas Juana, Félix, Regis y Manuela fueron patricias que contribuyeron a la formación de los ejércitos patriotas y a la confección de la bandera que San Juan envió al Ejército de los Andes.