La Audiencia, con sede en La Plata (hoy Sucre), ejercía su autoridad judicial sobre un amplio territorio que incluía a la Provincia de Charcas, pero que se extendió mucho más allá.
[1] Sin embargo, en la época colonial, existía a menudo ambigüedad entre los propios españoles al referirse a la 'Provincia de Charcas' o a la 'Real Audiencia de Charcas', ya que, en muchos casos, estos términos eran casi intercambiables y difíciles de definir con precisión en términos actuales.
Pizarro organizó la administración inicial y designó representantes en diferentes regiones.
Gonzalo, explorando el terreno, determinó que estas comarcas formaran la “Provincia de los Charcas”, declarándolas parte del Imperio Español.
Rojas, con ayuda de indígenas, se enfrentó a los chiriguanaes, obteniendo éxitos militares.
Esta etapa de los Tenientes Gobernadores fue breve, ya que la Corona Española buscaba una mayor centralización del poder.
Sin embargo, estos corregimientos a menudo coincidían geográficamente con las jurisdicciones eclesiásticas, organizadas bajo obispados o arzobispados, las cuales no ejercían funciones políticas, sino religiosas y pastorales.
[6] Este, por ejemplo, inicialmente supervisaba a los corregidores y asumía ciertas funciones de gobierno ad interim que le otorgaban una gran autoridad sobre la provincia.
[7] Aunque en teoría, la Real Audiencia era una entidad que oficialmente sólo se tenía que remitir al ámbito judicial, con los años fue ganando cada vez más un mayor poder gubernativo.
Este sistema buscaba una mayor eficiencia en la recaudación de impuestos, un mejor control del territorio y una administración más profesionalizada.
Este año marca el fin oficial del sistema de Corregimientos en la región.
Los Corregimientos desaparecieron, dando paso a una estructura más centralizada y controlada por la Corona.
Los eventos de 1809 en Chuquisaca y La Paz fueron cruciales para el inicio del proceso independentista.
Señor Virrey de Buenos-Ayres, y demás autoridades legalmente constituidas"[12][13], reconociendo que solo la autoridad real podía desmembrar definitivamente el territorio del Virreinato del Río de la Plata.
En un giro inesperado, Pedro Antonio Olañeta, un militar español de convicciones absolutistas y destacado caudillo local, se rebeló contra la autoridad del virrey del Perú.
Sin embargo, Olañeta fue finalmente derrotado y muerto al año siguiente en el combate de Tumusla, mientras intentaba resistir el avance patriota en el Alto Perú.