Francisco Antonio Encina

Junto con Alberto Edwards y Jaime Eyzaguirre fue unos de los tres historiadores más leídos e influyentes durante el siglo xx.

[24]​ Su figura permanece tanto influyente como polémica, particularmente por las afirmaciones de carácter racista que impregnan su obra;[17]​[18]​[19]​[25]​ a diferencia de Palacios, Encina no veía el mestizaje como algo positivo, sino como un hecho corruptor del «elemento superior godo».

[33]​ Durante su incursión política fue diputado de la República en dos ocasiones (1906-1909; 1909-1912) por Linares, Parral y Loncomilla mientras militaba en el Partido Nacional (monttvarista).

En su adolescencia, se destacó por su excelente rendimiento académico y su afición a la lectura de obras filosóficas.

[36]​ Cuando debió rendir sus exámenes finales para aprobar el bachillerato, solicitó una comisión especial traída desde Santiago.

[36]​ El propio Encina mencionaría que en su etapa universitaria tanto los hermanos Larraguirre como Valentín Letelier fueron un importe estímulo intelectual.

[36]​ A esta le siguió su más célebre libro: la Historia de Chile desde la Prehistoria hasta 1891, editada en veinte tomos por la Editorial Nascimento.

[15]​ Al mismo tiempo creía que la aristocracia chilena había perdido su espíritu caballeresco e impetuoso por uno banal y descomprometido.

[45]​ Para el historiador la decadencia de la élite blanca chilena se originó con el triunfo de los liberales y la imposición de las políticas anti-estatistas del economista libertario Jean Gustave Courcelle-Seneuil (cuya influencia perdura hasta hoy en el círculo que rodea a académicos como Axel Kaiser) que consistían en rebajar los aranceles y permitir el ingreso de productos y empresas extranjeras, con lo cual se produjo la decadencia del espíritu empresarial nacional y la entrega del país a las grandes empresas extranjeras.

[46]​ Aun así, la crítica de Encina se dirige a todo el conjunto de la población nacional, entre las causas de la crisis que identifica en nuestra idiosincrasia están: La solución que propone consiste en un proyecto nacionalista clásico; establecer una educación que estimule el espíritu emprendedor mientras propicia una vuelta al estatismo y un proteccionismo destinado a fortalecer la industria nacional hasta llegar al desarrollo económico.

Para ambos autores el criollo chileno desciende de españoles con mayor carga genética nórdica (pueblo visigodo), aunque Encina matiza esta teoría afirmando que Palacios exageró en la proporción.

Entre sus defensores se encontraba el crítico literario Hernán Díaz Arrieta (Alone) y el secretario-discípulo de Encina, Leopoldo Castedo, quien hizo un resumen de su historia en tres tomos eliminando los elementos racistas y agregando iconografía.

Esta obra ha sido considerada como el esfuerzo individual más grande en la historiografía americana, contando con cerca de once mil páginas.

Francisco Encina, hacia 1894
Epopeya de Chile ( ca. 1904), de Pedro Subercaseaux
Encina durante su vejez.
Primera página de la Historia de Chile . Edición de 1949.