Los autores nacionales para difundir sus obras debían recurrir a las autoediciones de mínimo tiraje, pues no existían los medios para que los libros circularan por todo el país.
[7] Esta publicación le otorgó a Carlos George-Nascimento significativas ganancias, reafirmándolo en la idea de que una empresa editorial tenía grandes perspectivas en Chile.
Logró contactarse con dos intelectuales chilenos que lo asesoraron en sus inicios: Eduardo Barrios y Raúl Simón.
El éxito logrado con sus primeras publicaciones, lo impulsó a comprar su propia imprenta.
En 1923 adquirió una antigua máquina Marinoni y arrendó un taller para aumentar su producción.
Gracias a ello, ya en 1931 la editorial contaba con un amplio catálogo de autores y obras editadas.
Hasta ese momento, su editorial ya había publicado más de seis mil títulos.
[12] Su obra la continuó su hijo Carlos, quien estuvo al mando hasta 1986, fecha en que se anunció el cierre de la editorial.