Durante este período, se promulgaron las principales reformas constitucionales que limitaron el poder del presidente y ampliaron el del Congreso Nacional.
En 1861, el presidente Manuel Montt era partidario de nombrar como su sucesor a Antonio Varas, su mayor aliado político y ministro del Interior.
La sola candidatura del ministro y la perspectiva de otros cinco años de gobierno autoritario unieron a los liberales y a sectores disidentes del bloque conservador a buscar una negociación que abriera un régimen ya desgastado y demasiado restrictivo.
Con ello lograron la elección de José Joaquín Pérez (1861-1871).
Finalmente, la República Liberal concluyó en 1891, después de «presiones políticas» ejercidas por la mayoría del cuórum parlamentario (y luego de los debates que estos sostuvieron con el presidente José Manuel Balmaceda, respecto al presupuesto fiscal redactado por este último).