Manuel Baquedano

[2]​ Como político, fue candidato presidencial en la elección de 1881, siendo apoyado por el partido conservador y algunos liberales disidentes.

perdió abrumadoramente frente al candidato de gobierno, Domingo Santa Maria.

frente a estos argumentos Baquedano decidió abandonar la carrera presidencial.

[1]​[3]​ Nacido en un hogar militar, se sintió atraído por la carrera de las armas desde muy joven.

Los rebeldes estaban bajo el mando del coronel Pedro Urriola, apoyado por los liberales, entre los que se contaba su amigo Eusebio Lillo.

[2]​ Siete años después, en octubre de 1866, fue ascendido a teniente coronel, pasando a cumplir funciones en la ciudad de Los Ángeles, las que combinó con sus labores agrícolas en el fundo «Santa Teresa».

Durante esta etapa de la guerra, planeó el ataque a Los Ángeles,[14]​ acción que le valió la estima del ministro de guerra en campaña, Rafael Sotomayor, quien para ese entonces estaba en conflicto con el comandante en jefe del ejército en campaña, el general Escala.

El ministro Sotomayor notó que la moral del ejército se estaba disipando y que se estaban cometiendo irregularidades de todo orden, por lo que encargó la comandancia en jefe a Baquedano, quien poseía un inapelable don de mando y control de la situación imponiendo una férrea disciplina.

[3]​ Su estrategia militar fue principalmente el ataque frontal para romper las líneas enemigas, aprovechando que los mandos aliados tendieron a extenderlas.

Su habilidad militar fue criticada por el historiador chileno Francisco Encina quien, aunque le reconoce valores y virtudes, lo califica de tener una profunda «pobreza de ideas» y un mal comando táctico.

[10]​ Supo hacerse rodear de asesores competentes y los escuchaba, pero no permitía ser aconsejado cuando ya había tomado una determinación; sus frases eran «lo dicho, es lo dicho» o «el plan, el plan», que indican su carácter terco y obstinado.

[23]​ En una visita al capellán castrense Ruperto Marchant Pereira, Baquedano desabotonó su casaca, indicó una medalla de la Virgen del Carmen y dijo: «Aquí tiene, a la que debemos todos nuestros triunfos».

[15]​ Ello se debió tanto a las acciones de venganza del sector vencedor como al vacío de poder dejado por las autoridades balmacedistas, lo que fue aprovechado por turbas y delincuentes, e incluso por el ejército vencido al quedar sin jefes responsables.

Manuel Baquedano
Baquedano y su caballo de batalla Diamante (h. 1881)
General Baquedano revistando a sus tropas ( Pedro Subercaseaux , 1912)
Baquedano con Benjamín Vicuña Mackenna (izq.)
Mausoleo de Baquedano en el Cementerio General de Santiago (2005)
Funeral de Baquedano, 1897
Monumento al General Baquedano ubicado en la Plaza Baquedano