Independencia de Guayaquil

Juraron fidelidad al rey Fernando VII, oponiéndose así a la invasión que por aquel tiempo estaba sufriendo España por parte las tropas francesas de Napoleón y a la proclamación de José Bonaparte como nuevo rey.

Entre los personajes destacados de la revolución independentista se encuentran el Dr.

[3]​ Los disturbios desembocaron en enfrentamientos violentos que fueron controlados por medio de una tropa enviada por el Virrey del Perú.

[4]​ Los cambios políticos, administrativos y económicos de la Audiencia, que establecieron los españoles en 1765, provocó un nuevo enfrentamiento entre criollos y chapetones conocido como la Rebelión de los Estancos.

[5]​ Este hecho fortaleció el poder que poseía la élite criolla.

La victoria independentista estadounidense tuvo consecuencias que no solo afectaron a los demás países americanos, sino que tuvo repercusiones en el propio continente europeo, en donde, la mayoría de países mantenían rivalidades históricas, económicas y militares.

En América Latina, especialmente en las colonias españolas, la figura de Napoleón Bonaparte fue fundamental.

En 1808, las fuerzas francesas napoleónicas invadieron España, con la firme decisión de ocupar la península ibérica y de este modo consolidar la formación del Primer Imperio Francés.

Con el paso del tiempo, el rey Carlos IV fue obligado a abdicar en la ciudad de Bayona a favor de su hijo, Fernando VII.

El rey Fernando VII también abdicó casi inmediatamente, con lo que Napoleón Bonaparte nombró a su hermano, José Bonaparte, como rey de España y quedó manifestado el Estatuto de Bayona la cual reconocía la autonomía de las provincias americanas del dominio español y sus pretensiones de reinar sobre aquellos inmensos territorios cuyos habitantes nunca quisieron aceptar los planes y designios del emperador, son elementos básicos para entender los movimientos de emancipación.

Ya en 1818, la situación del Ejército español en Venezuela se hizo insostenible y varios generales españoles se vieron obligados a retirar algunas de sus fuerzas de la Nueva Granada para intentar contener a Bolívar.

Para entonces la situación política y militar era bastante buena como para pensar en la organización de un Estado y así fue como se instaló en 1819 el Supremo Congreso de la República en Angostura.

[13]​ Por otro lado se buscó un líder para la revolución, para lo cual se propuso primero al coronel Jacinto de Bejarano y luego al teniente coronel José Carbo y Unzueta, sin embargo, se pensó posteriormente en José Joaquín de Olmedo.

Sin embargo, dejó claramente su simpatía total con la revolución y su disposición a ayudar en todo lo que sea necesario.

Este hecho separó a los complotados en dos bandos; el primero partidario de realizar lo más rápido posible la revolución, y el segundo, inclinado a esperar una ocasión más propicia, después de que se calmen los ánimos.

Al primer grupo pertenecía Febres-Cordero, quien una vez más inclinó la balanza a su favor.

Luego de la arenga, la revolución agilitó su marcha, y se decidió hacer una reunión final el domingo 8 en la casa de Villamil por la tarde, aprovechando la recepción que ofrecía en ese día.

Sin embargo, el ánimo desfalleció, cuando al parecer, los planes debieron cambiar sustancialmente.

[18]​ Por los hombres de las lanchas torpederas capitaneadas por Joaquín Villalba no se preocuparían, pues estaban desde el día anterior fuera del puerto, y había oportunidad de resolver este problema si se coronaba con éxito la revolución.

Una vez allí, lo sometieron y dejaron cautivo temporalmente explicándole que era la única forma de evitar que él intervenga en contra el movimiento independentista y en vista de la estimación que le tenían, habían preferido evitar un peligroso enfrentamiento con él.

[18]​ Mientras esto sucedía, Urdaneta, con 25 hombres del Granaderos y nuevos jóvenes guayaquileños, más la complicidad de los sargentos Vargas y Pavón, tomaron el escuadrón de caballería Daule, no sin antes combatir con Magallar y sus hombres, que al darse cuenta de lo que sucedía intentó impedirlo, muriendo en el enfrentamiento.

A su regreso Villamil lleva carabinas y pertrechos, así como al coronel Luzuriaga para comandante militar del ejército de Guayaquil, como respaldo de San Martín a la revolución.

Bolívar envió al general José Mires como adelantado a Guayaquil con el escuadrón Guías en febrero de 1822.

Los realistas al conocer la rebelión se dispusieron a apoyarla, el gobernador realista de Quito Melchor de Aymerich marchó al sur con 2000 hombres, mientras que el coronel González se dirigió desde Cuenca hacia Guayaquil amenazando las comunicaciones de Sucre quien se dirigía a combatir a Aymerich.

El centro del poder español en Sudamérica estaba en el Virreinato del Perú, que contaba con Ejército Real del Perú el cual había sofocado todas las revoluciones independistas previas desde 1810 dentro como en las provincias aledañas de Charcas (Alto Perú o hoy Bolivia), Chile y Quito.

Hacia inicios de noviembre de 1820, San Martín mueve su cuartel general a Huara al norte de Lima, para rodear la capital del Virreinato y así proteger mejor a la ciudades libres del norte del Perú como Trujillo, Lambayeque, Piura y Cajamarca, que habían también declarado su independencia entre finales de 1820 e inicios de 1821 motivadas por las proclamas y el arribo del gran libertador a las tierras peruanas.

Es así, como se firma el Pacto de Protección y Mutuo Auxilio de 11 artículos, a través del cual la Provincia de Guayaquil, se pone bajo la protección del General en Jefe del Ejército Libertador del Perú y con ello su total sumisión militar, pero manteniendo su derecho a definir libremente luego de las guerras a integrarse al Estado que más le convenga, ya sea Perú o la Gran Colombia.

Napoleón en su trono imperial, por Jean Auguste Dominique Ingres , 1806.
Busto oficial del rey Fernando VII de España , por Francisco Elías Vallejo ( Real Academia de Bellas Artes de San Fernando , Madrid ).