Su condición de artistas en ocasiones se seguía viendo como una incompatibilidad con la condición de privilegiados por equivaler a una función social propia de trabajadores manuales; aunque el prestigio individual alcanzado a partir del Renacimiento por genios universalmente valorados como Miguel Ángel, Rafael Sanzio (el divino) o Leonardo da Vinci hizo que no sólo fueran los artistas los que buscaran prestigiarse trabajando para una gran corte, sino las cortes las que buscaran prestigiarse acogiendo a grandes artistas, como Van Dyck, Rubens o Velázquez, ya en el Barroco.
Por un lado, por la utilización de la fotografía como medio idóneo para reflejar el aspecto físico real de los gobernantes; pero sobre todo por la ruptura decisiva del denominado arte moderno o arte contemporáneo con los criterios estéticos y sociales que imponía el género del retrato regio, anclado en el academicismo o degenerado en lo kitsch, y que siguió cultivándose durante todo el siglo XX (Ricardo Macarrón).
Fue en este espacio geográfico donde se desarrolló la revolución artística del Renacimiento italiano, que otorgó a los artistas una nueva condición social en las cortes, donde se relacionaban en el mismo plano con filósofos y príncipes.
La influencia de los modelos cortesanos italianos difundió esa función por todas las cortes europeas.
Nápoles destacó como un centro humanístico de primera magnitud en el siglo XV (Alfonso V de Aragón), y se siguió manteniendo, incluso como corte virreinal, como referente artístico indiscutible, llegando a liderar la renovación pictórica del barroco en el siglo XVII.
[13] El duque Vespasiano I Gonzaga creó en Sabbioneta, entre Mantua y Parma, una ciudad de nueva planta bajo los criterios renacentistas de la ciudad ideal, contratando a Bernardino Campi para los frescos del palacio.
[16] La familia Médici, la principal entre las patricias de Florencia, ya había demostrado su capacidad para la explotación de los recursos del mecenazgo en el Quatroccento,[18] tanto en su ciudad como en Roma cuando ocupaba el cargo papal (destacadamente Julio II con Miguel Ángel y Rafael, por citar sólo a dos pintores).
Otras familias florentinas, los Strozzi, los Tuornabuoni, los Ruccellai, etc., también rivalizaron en el patrocinio de las artes.
Las familias aristocráticas romanas (los Orsini, los Colonna, etc.) mantenían un fuerte patronazgo de las artes, por el propio prestigio de sus cortes nobiliarias y por sus influencia sobre la corte papal, cuyo ocupante se decidía con maniobras largamente entretejidas (alianzas matrimoniales, guerras, asesinatos) por los cardenales nombrados entre ellas y todas las demás familias nobles italianas (Della Rovere —Sixto IV y Julio II, sucesivos promotores de la Capilla Sixtina, el principal programa pictórico del Renacimiento italiano—, Médici —León X, Clemente VII y León XI—, Borghese -Paulo V-, Aldobrandini -Clemente VII-, etc.) además de los cargos cardenalicios que se concedían a familias nobles de otros reinos europeos, especialmente francesas y españolas (como la familia valenciana Borgia).
[21] La Casa Trastamara, que en los siglos finales de la Edad Media alcanzó los tronos de los principales reinos cristianos peninsulares (Castilla y Aragón), no mantuvo cortes fijas, sino una corte itinerante, que en el plano artístico se mantuvo en la esfera de influencia flamenca, atrayendo a artistas del norte más que a italianos.
En ocasiones los títulos se otorgaban ad honorem (es decir, sin derecho a percibir salario).
[24] La influencia artística determinante pasó a ser la italiana, pero no obstante, el gusto personal de los reyes Habsburgo continuó privilegiando la pintura flamenca.
Concretamente Felipe II mantuvo una colección personal con destacada presencia de El Bosco, mientras que en el programa pictórico de El Escorial se reclamó la presencia de los pintores italianos que parecían más prometedores (Luca Cambiaso, Federico Zuccaro y Pellegrino Tibaldi), paradójicamente despreciando al que con perspectiva histórica más altura alcanzó (El Greco).
No obstante, el pintor desarrolló la mayor parte de su trabajo en Amberes, y viajó por toda Europa como diplomático.
[35] Una generación más tarde, el archiduque Leopoldo Guillermo de Habsburgo (gobernador entre 1647 y 1662) emprendió una destacada actividad coleccionista asesorado por David Teniers el Joven.
La corte del Palacio de Versalles se diseñó como un complejo aparato de poder en el que todas las artes, incluida la pintura, tenían su lugar, y que a lo largo del siglo XVIII presenció el enfrentamiento estético entre el rococó, estilo monárquico y aristocrático, y el neoclasicismo, estilo de la crítica ilustrada en su proyecto superador del Antiguo Régimen que condujo a la Revolución francesa.
Desde la invención de la imprenta por Gutenberg a mediados del siglo XV, la región adquirió un singular protagonismo en la cultura europea.
Las más importantes de entre ellas eran las gobernadas por siete príncipes electores, laicos o eclesiásticos, que desarrollaron cortes competitivas en todos los aspectos, incluidas las artes.
Otros territorios del imperio que no disponían de la dignidad electoral alcanzaron gran poder, como los citados Baviera y Austria, estando en disposición de mantener fastuosas cortes con sofisticados programas artísticos; lujo que incluso pudieron permitirse entidades menores, como el principado de Liechtenstein, o incluso particulares encumbrados por su riqueza y contactos políticos, como los Fugger.
En Salzburgo se desarrolló paralelamente una corte arzobispal que rivalizaba en esplendor artístico con la archiducal de Viena.
Tras convertirse en una monarquía electiva, Polonia pasó en la práctica funcionar como una república nobiliaria binacional (República de las Dos Naciones) cuyo cargo regio fue ocupado sucesivamente por miembros de distintas dinastías europeas (los Valois franceses, los Vasa suecos, etc.) La dinastía Vasa consiguió establecer una monarquía autoritaria en el reino de Suecia, compitiendo por la hegemonía en el espacio báltico.
A comienzos del siglo XIX, las guerras napoleónicas llevaron al establecimiento de la dinastía Bernadotte.