Felipe III, Felipe IV y Carlos II); proceso histórico simultáneo a la denominada crisis general del siglo XVII, pero que fue especialmente grave para España, hasta tal punto que la hizo pasar de ser la potencia hegemónica de Europa y la mayor economía del mundo en el siglo XVII a convertirse en un país empobrecido y semiperiférico.
Concretamente, el Barroco español (el culteranismo o lo churrigueresco) ha sido interpretado como un arte de la apariencia, escenográfico, que oculta bajo los oropeles exteriores la debilidad de la estructura o la pobreza del contenido.
Tuvo que enfrentarse a Francia, Papa Clemente VII, la República de Venecia, Inglaterra, el Ducado de Milán, y Florencia que formaban la Liga de Cognac para defender las posesiones aragonesas en Italia, y tuvo otros frentes contra los principados alemanes rebeldes, la amenaza turca en el Mediterráneo y la extensión del protestantismo en Europa, que deshizo el lazo de unión del Sacro Imperio Germánico, reduciendo aún más la funcionalidad del gobierno Imperial.
Así, su hijo Felipe II tuvo que declarar la bancarrota tres veces a lo largo de su reinado, en 1557, 1575 y 1597.
Estos últimos fracasos marcan el comienzo de la decadencia española, aunque su hegemonía en Europa todavía se mantuvo durante cierto tiempo.
Pero la economía castellana, principal sostenedora de estos esfuerzos, estaba ya arruinada.
Los ingresos de la corona no eran pocos, pero las guerras consumían eso y mucho más.
Su objetivo era lograr que la monarquía unificase de forma efectiva todos los recursos económicos, humanos y militares de sus distintos reinos (Unión de Armas, 1626), para emplearlos en renovar su gloria, lo que significaba básicamente gastarlos en las nuevas guerras en que estaba embarcada: con Holanda e Inglaterra por el dominio colonial y con diversos Estados europeos —la Francia de Richelieu y Luis XIII en la sombra— por la supremacía habsbúrgica en el continente.
Y eso era algo que sus súbditos no estaban dispuestos a tolerar, especialmente en la corona de Aragón, ya que en la de Castilla la rebeldía había sido aplastada por Carlos I.
Se produjo igualmente un levantamiento en Cataluña (1640-1652) que a punto estuvo también de separar este territorio de la Monarquía Española e incorporarlo a Francia, que sí logró anexionarse los condados transpirenaicos del Rosellón y la Cerdaña.
Pero existían otros candidatos con derechos, como Fernando de Baviera y, sobre todo, el archiduque Carlos de Habsburgo, que no aceptaron esta solución y consiguieron partidarios en España.
En las artes sobre todo la pintura con autores como Velázquez, Claudio Coello, Bartolomé Murillo y otros.